En el vasto desierto de la indiferencia gubernamental, las madres buscadoras de México caminan, con el corazón destrozado, en busca de respuestas que parecen esfumarse en el aire caliente y polvoriento. El Día de las Madres, lejos de ser una celebración, se convirtió en un recordatorio desgarrador de la ausencia de sus hijos, desaparecidos en la noche sin estrellas de la impunidad y el olvido.
Miles de madres se unieron en un grito silencioso de desesperación, exigiendo justicia en un país donde la palabra misma parece haber perdido su significado. El silencio de las autoridades es ensordecedor, un reflejo cruel de la indiferencia de un gobierno, el de López Obrador, que esta mas interesado en abrazar a los criminales que en proteger a sus ciudadanos.
En todo México, los desaparecidos yacen en tumbas clandestinas, dispersos en fosas comunes, o reducidos a la nada, dejando solo prendas de vestir ensangrentadas y destrozadas como prueba de su existencia pasada. Las madres, con la esperanza como única brújula, siguen el rastro del olor a carne en descomposición, rezando para encontrar un indicio que los lleve de vuelta a sus brazos.
La desaparición forzada no es solo un crimen, es una tragedia que revela la profunda corrupción que ha enraizado las instituciones de México. Según la Comisión Nacional de Búsqueda de México, el país se acerca a un hito sombrío: más de 100,000 personas desaparecidas o no localizadas, cuyos casos parecen haber sido enterrados junto con ellos.
El gobierno de López Obrador, lejos de ser un faro de esperanza, se ha convertido en un símbolo de la crueldad y la indiferencia, con una política que parece más interesada en encubrir la verdad que en encontrarla. Las cifras reales de desaparecidos son ocultadas, manipuladas y minimizadas, mientras las madres luchan en un laberinto de burocracia y negligencia.
Las desapariciones no son solo el resultado de la violencia desenfrenada, son un acto calculado de terror y control. Hombres armados arrancan a los jóvenes de sus hogares, de las calles, de las fiestas, dejando tras de sí solo el eco de los gritos desesperados y la angustia eterna de aquellos que los aman.
Es hora de que México y el mundo miren de frente esta tragedia humanitaria y exijan justicia. Las madres buscan respuestas, los desaparecidos claman por justicia y el país entero se enfrenta a su propia oscuridad. La memoria de los desaparecidos no debe ser olvidada, ni su dolor ignorado. Es tiempo de que México despierte de su pesadilla y abrace la verdad, por dolorosa que sea.
Por Marco Antonio Salazar
1 comments:
Excelente escrito!….
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