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lunes, 9 de mayo de 2016

La geoingeniería: el “arma silenciosa” para combatir el cambio climático

Durante la pasada Cumbre del Clima de París, muchos titulares de la prensa mundial apuntaron a la consolidación de la técnica humana consistente en modificar las condiciones climáticas y meteorológicas para paliar las consecuencias del cambio climático. Se trata de la denominada geoingeniería. O lo que es lo mismo, provocar mediante elementos químicos que llueva o que no llueva mediante la actuación directa en las nubes y la atmósfera. Sobre esta práctica y sus variantes se ha referido esta semana el climatólogo y geógrafo toledano Jonathan Gómez Cantero en una conferencia en la Universidad de Castilla-La Mancha.
Foto: EFE
Este experto ha relatado a eldiarioclm.es las distintas técnicas que componen esta acción humana, que van desde el ‘bombardeo’ de las nubes con yoduro de plata hasta la colocación de sulfatos en la estratosfera para que no incidan los rayos solares. Y es en esta cuestión donde surge la polémica: “hasta dónde puede llegar la perversión humana de manipular la naturaleza y si verdaderamente es ético”.
La cuestión es relevante porque no todos los activistas y expertos contra el cambio climático están en contra de esta técnica. Según Gómez Cantero, para un amplio sector, la geoingenería se empieza a postular como una alternativa, un “arma silenciosa” de algunos países.

Técnicas de geoingeniería / Jonathan Gómez Cantero
Técnicas de geoingeniería / Jonathan Gómez Cantero
¿Se altera el ciclo de la propia naturaleza? ”Completamente”, afirma el climatólogo, pero es importante tener en cuenta que se altera “como dirían algunos, a nuestro favor”. De hecho, pone como ejemplo del hecho que esta técnica pudiera usarse en Castilla-La Mancha para paliar un periodo continuado de sequía en la cabecera del Tajo. El problema sería, añade, que eso repercutiría a favor de la región, pero no de otras comunidades autónomas.
El problema fundamental es el “descontrol” en la normativa para regular estas prácticas. “No se puede hacer sin más pero es un fenómeno muy poco controlado”. Es más, hay tanto “desconocimiento y desinformación” sobre el tema, que se ha llegado a asociar estas prácticas a la teoría “conspiranoica” de los denominados ‘Chentrails’, centrada en las estelas de condensación que dejan los aviones en capas muy frías. Tal comparación, según el experto, es “un auténtico disparate y un sinsentido”.

La puesta en práctica

Gómez Cantero es de hecho un profundo detractor de la geoingeniería desde el punto de vista ético y medioambiental, pero no niega que pueda tener consecuencias positivas contra el cambio climático. Cuenta algunos ejemplos prácticos: tras el desastre nuclear de Chernobyil, el Gobierno ruso envió aviones hacia la zona para bombardear las nubes, de forma que la lluvia radiactiva no llegase a la ciudad.
También Estados Unidos en plena guerra de Vietnam, bombardeó nubes en pleno fenómeno del monzón para anegar los campos vietnamitas; y en los Juegos Olímpicos de Pekín, el Gobierno chino utilizó la misma técnica durante dos semanas antes de la inauguración antes para evitar que lloviera durante los fuegos artificiales. El climatólogo también apunta que el Canal de Isabel II ha estado haciendo prácticas con yoduro y bromuro de plata en la Sierra de Guadarrama para provocar nevadas.
Finalmente, aunque admite que el impacto de la geoingeniería en la atmósfera dura muy poco, insiste en que es necesario solucionar el cambio climático con “medidas estructurales” centradas en la reducción de emisiones, en formas alternativas de energía o incluso en el cambio de la forma de vida. “Esta técnica nos deja en manos de algo artificial y es lo último que deberíamos plantearnos”.

Fuente: El Diario

sábado, 20 de septiembre de 2014

Injusticia climática y geoingeniería

Ante los informes que muestran el creciente caos climático, los promotores de la geoingeniería –la manipulación intencional del clima a escala planetaria– redoblan sus propuestas y han logrado incluso entrar en ámbitos globales de referencia, como el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC).  Intentan además revertir la moratoria contra la geoingeniería que existe en Naciones Unidas en el Convenio de Diversidad Biológica y legitimar técnicas de geoingeniería en las negociaciones de cambio climático.
 
Es grave, ya que además de no hacer absolutamente nada para detener el cambio climático, las propuestas de geoingeniería conllevan enormes riesgos, inequitativamente repartidos entre regiones.  La mayoría de los impactos de tales técnicas afectarán sobre todo a países del Sur global que no han provocado el cambio climático y que probablemente ni siquiera sabrán que el aumento de desequilibrios climáticos será causado por la manipulación del clima.
 
Varios estudios científicos recientes muestran que los impactos de la geoingeniería serían peores para algunas regiones.  Si se realizara el proyecto de crear una mega nube volcánica artificial sobre el Ártico, para bloquear los rayos solares y supuestamente bajar la temperatura en el hemisferio Norte, se desequilibraría el ciclo hidrológico en los trópicos y subtrópicos, con aumentos o disminución de lluvias.  Tendría efectos catastróficos en selvas tropicales, principalmente en Asia y Amazonía,  y por incremento de sequías en África.  (A. Ferraro et al,Environmental Research Letters, 2014).
 
Otros estudios científicos publicados en 2013 (proyecto GeoMIP, con decenas de científicos y  países participantes), basados en investigación con modelos matemáticos, señalan impactos graves de diferentes propuestas de geoingeniería.  Desde 2008, el meteorólogo Alan Robock, indicó que colocar nubes volcánicas artificiales tendría efectos colaterales sobre los patrones de precipitación, poniendo en riesgo las fuentes de agua y alimentación de 2.000 millones de personas en Asia  y África.  Varios estudios del proyecto GeoMIP llegaron a conclusiones similares y agregan que el desequilibrio tendría impactos globales, también en el hemisferio Norte.
 
Otro estudio mostró que la terminación de este proyecto de geoingeniería llevaría a un aumento abrupto de la temperatura, acompañado de más aumento de lluvias y mayor derretimiento de hielo polar.  Lo cual significa que si se instalaran esas nubes volcánicas, la terminación significaría colocarnos en una situación peor a la anterior.  (Jones et alJournal of Geophysical Research, 2013)
 
¿Por qué entonces insistir en propuestas tan burdamente riesgosas de manipular el clima, un ecosistema global dinámico, insuficientemente conocido y crucial para la sobrevivencia de todas las especies, incluida la nuestra?
 
Una razón (o sinrazón) es que la geoingeniería funciona bien como excusa para los principales países contaminadores históricos, que ven la posibilidad de paliar los síntomas del caos sin tener que reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.  Así pueden seguir en negociaciones de cambio climático sin compromisos reales de reducción y aumentar sus negocios con mercados de carbono, más aún si se aprueba que técnicas de geoingeniería reciban créditos de carbono.
 
Pero sobre todo, la geoingeniería es una excelente opción para las transnacionales de los recursos fósiles: petróleo, carbón y gas.  Para esta industria, una de las mayores y más poderosas del planeta, con inversiones a nivel global de más de 55 billones de dólares en infraestructura, abandonar la explotación de fuentes de energía fósil no es una opción.  Y según ésta, el pico de energía está muy lejos.  Todo el tiempo encuentran –o inventan– nuevas reservas y formas de explotarlas, como sucede con el fracking y la gasificación subterránea de carbón.  Ambas con severísimos impactos ambientales, lo cual nunca les ha importado.  Incursionan en otras fuentes de energía si ven un buen negocio, pero nunca dejarán las fósiles por su voluntad.  Pero saben que el desastre climático crece, y por ello las propuestas de geoingeniería para bajar la temperatura o extraer dióxido de carbono de la atmósfera por medios tecnológicos, sin tener que modificar nada en las emisiones, son muy atractivas y además ¡hasta son una nueva fuente de negocios!
 
Geoingeniería en el IPCC
 
En este contexto, es absurdo que el IPCC haya incluido la consideración de la geoingeniería, y que la haya destacado como una posibilidad en su resumen para formuladores de políticas de su Grupo de Trabajo I, sobre ciencia del clima.  No le dan carta blanca, y hablan de impactos graves, pero sugieren que el “manejo de la radiación solar” podría bajar la temperatura.  Como todos los escenarios que plantean son horribles, el mensaje subliminal parece ser “no habrá acuerdo político para enfrentar el calentamiento, entonces tendremos que usar geoingeniería aunque sea muy peligrosa”.  Peor aún, en el informe del Grupo III del IPCC, sobre mitigación, se sugiere repetidamente el uso de algunas técnicas de geoingeniería, como el llamado BECCS por sus siglas en inglés (bioenergía con captura y almacenamiento de carbono), junto a la promoción de tecnologías devastadoras de la gente y el ambiente como la nuclear.
 
No hay nada en BECCS que no sea malo: con “bioenergía” se refieren a desiertos verdes de extensos monocultivos de árboles, arbustos y cultivos para agrocombustibles, incineración de desechos etc.  Todo ampliamente cuestionado por sus impactos en los precios alimentarios, en las economías, los territorios de campesinos y pueblos, en el ambiente.  Y también por su ineficiencia energética y porque generan más gases de efecto invernadero que los que dicen ahorrar.  Por eso ahora le adosan el concepto “CCS” –almacenamiento y captura de carbono–: mega instalaciones para absorber dióxido de carbono y enterrarlo en formaciones geológicas y fondo marino.  Entre otros riesgos graves, presuponen que lo que entierren, nunca, literalmente nunca, volverá a emerger, como puede ocurrir por movimientos telúricos, por actividades industriales, porque la inyección de gas desestabiliza las capas, etc.  Porque si así ocurriera sería un desastre épico.
 
En los próximos meses hay varias instancias de Naciones Unidas que discutirán estas peligrosas propuestas.  El 23 de septiembre, la Cumbre del Clima en Nueva York; en sesión del Convenio de Diversidad Biológica (Corea, 8-19 de octubre) y del Convenio de Cambio Climático (Perú, 1-12 diciembre).  A fines de octubre, el IPCC entrega en Dinamarca su 5º. Informe Global de Evaluación.  Ante cada una de ellas, habrá también movilización social, incluyendo la llamada “PreCop social” organizada por Venezuela para dar lugar a las voces que se intenta callar en las negociaciones, a las posiciones de la sociedad civil  y movimientos sociales.  En cada una, es crucial denunciar y oponerse también a la geoingeniería.
 
Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC.

Fuente:  Alainet

domingo, 22 de diciembre de 2013

Manipular el clima: ¿locura o necesidad?

¿Supone la capacidad humana de decidir el destino de la naturaleza una nueva fuente de conflicto global? 


Hace más de una década el ganador del premio Nobel de Química en 1995 por sus investigaciones en la destrucción del ozono estratosférico, Paul Crutzen, popularizó el término "Antropoceno" para el estado geológico actual de la Tierra. Una de las extensiones más radicales de su idea (que la actividad humana ahora domina los bosques, océanos, redes de agua dulce y ecosistemas del planeta) es el polémico concepto de la geoingeniería, manipular el clima a propósito para contrarrestar el calentamiento global. La lógica está clara: si los humanos controlamos el destino de los sistemas naturales, ¿no deberíamos usar nuestra tecnología para ayudar a salvarnos de los riesgos del cambio climático, dado que existen pocas esperanzas de recortar las emisiones lo suficiente como para detener la tendencia al calentamiento? 
 
En los últimos años, toda una serie de científicos, incluyendo al propio Crutzen en 2006, han pedido que se hagan investigaciones preliminares de técnicas de geoingeniería, como usar partículas de azufre para reflejar parte de la luz del sol de vuelta al espacio. Con la publicación de A Case for Climate Engineering, el físico de la Universidad de Harvard (EEUU) y experto en políticas energéticas David Keith, va un paso más allá. Plantea los argumentos -aunque trufados de advertencias- a favor de poner en práctica la geoingeniería. Afirma que liberar partículas de aerosol que bloqueen la luz solar en la estratosfera (ver "Un plan barato y fácil para detener el calentamiento global") "es posible en un sentido estrictamente tecnocrático".

Efectivamente, Keith muestra mucha confianza en los detalles técnicos. Explica que un programa para enfriar el planeta con aerosoles de azufre -geoingeniería solar- podría empezar en 2020, a través de una pequeña flota de aviones que hicieran misiones regulares para liberar aerosoles a gran altura. Como la luz del sol regula las precipitaciones, ¿regularla no podría dar lugar a sequías? No si la geoingeniería se usa con moderación, concluye.

El especialista en ética australiano Clive Hamilton dice que libro "le da escalofríos" por su confianza tecnocrática. Pero Keith y Hamilton sí están de acuerdo en algo: la geoingeniería solar podría ser un tema geopolítico importante en el siglo XXI, parecido a lo que lo fueron las armas nucleares en el XX; y la política podría ser aún más complicada y menos predecible. La razón es que, comparada con la adquisición de armas nucleares, esta tecnología es relativamente fácil de desplegar. "Casi cualquier país podría permitirse alterar el clima de la Tierra", escribe Keith. Ese hecho, afirma, puede acelerar el cambio de equilibrio del poder en el mundo, levantando cuestiones de seguridad que, en el peor de los casos, podrían llevar a la guerra".

Las potenciales fuentes de conflicto son múltiples. ¿Quién controlará el termostato de la Tierra? ¿Y si un país culpa a la geoingeniería por sequías que dan lugar a hambrunas o por huracanes devastadores? No existen tratados que prohíban explícitamente la ingeniería climática. Y no queda claro cómo podría funcionar un tratado así.

Keith se muestra ambivalente respecto a si los humanos son verdaderamente capaces de usar una tecnología así de potente con sensatez. Pero siente que cuanta más información descubren los científicos respecto a los riesgos de la geoingeniería, menos probabilidad habrá de que la tecnología se use de forma temeraria. Aunque este libro deja muchas de las preguntas que surgen sobre cómo gobernar la geoingeniería sin responder, un artículo de política que publicaron él mismo y un coautor en la revista Science el año pasado los aborda en mayor profundidad, en él propusieron que los gobiernos regularan la investigación y que se diera una moratoria sobre la geoingeniería a gran escala, pero defendían que no hubiera tratados que regulen los experimentos a pequeña escala.
Hamilton afirma que este enfoque conduciría a las naciones hacia el conflicto que él cree que está inevitablemente asociado al a geoingeniería. Permitir pequeños experimentos poco regulados, sugiere, podría socavar la urgencia de los esfuerzos políticos por reducir las emisiones de CO2. Esto, a su vez, aumenta la posibilidad de que se use la geoingeniería, dado que no conseguir restringir las emisiones hará que las temperaturas suban. Hamilton acusa a Keith de buscar un "ingenuo refugio de neutralidad científica" y afirma que los investigadores "no pueden lavarse las manos de la responsabilidad sobre cómo se podrían usar o abusar sus planes en el futuro".

Eso quizá sea cierto, pero hay que reconocerle a Keith el mérito de dirigir la atención hacia ideas que sabe que son peligrosas. Aceptar el concepto del Antropoceno significa aceptar que los humanos tienen la responsabilidad de encontrar soluciones tecnológicas para los desastres creados por ellos mismos. Pero ha habido muy pocos progresos hacia un proceso de supervisión racional de esa actividad a escala global. Hay que tener un debate más abierto sobre un riesgo geopolítico aparentemente estrafalario pero real: la guerra por la ingeniería climática.



sábado, 27 de julio de 2013

CIA estudia técnicas para manipular el clima

La Central de Inteligencia de los Estados Unidos y la Academia Nacional de Ciencias iniciaron una investigación para transformar el medio ambiente y frenar el cambio climático
 
El revolucionario proyecto que intentará aplicar la geoingeniería a la manipulación del clima demandará 21 meses de investigación. Será el primero que realiza la Academia Nacional de Ciencias (NAS) enteramente financiado por la CIA y otras agencias de seguridad, que aportarán 630 mil dólares, según informa la revista Mother Jones, especializada en cuestiones medioambientales.
El estudio tendrá, además, otros objetivos: identificar las distintas maneras en las que el ser humano incide sobre los patrones climáticos, evaluar el potencial peligro que supone la alteración del clima y considerar las implicancias que eso puede tener para la seguridad nacional.
"Un comité ad hoc dirigirá la evaluación de un limitado número de técnicas de geoingeniería, incluyendo la manipulación de la radiación solar y la extracción de dióxido de carbono, y comentará los potenciales impactos de desarrollar estas técnicas, incluyendo posibles riesgos medioambientales, económicos y de seguridad nacional", explica la NAS en su página web.
Por ejemplo, las técnicas de manipulación solar suponen bombear partículas a la estratósfera para reflejar hacia fuera los rayos solares que intentan ingresar a la Tierra. El supuesto es que esto permitiría un enfriamiento global que podría contrarrestar el efecto invernadero.
Tornados y huracanes se desatan cada vez con mayor potencia y consecuencias
Pero si la central de inteligencia más poderosa del mundo se involucra en un proyecto de estas características no es sólo para prevenir el calentamiento global, tema frente al que están mejor preparadas otras instituciones. Lo cierto es que aquello que hasta hace algunos años parecía un burdo mito, es cada vez más verosímil: el rol de la manipulación climática en las guerras del futuro.
Desde Vietnam, donde se intentó generar lluvias artificialmente para modificar los escenarios de combate, hasta los posteriores esfuerzos por modificar el comportamiento de los huracanes utilizando yoduro de plata, la pretensión de utilizar los fenómenos climáticos como armas de guerra ha sido una tentación de muchos países.
Por eso, la preocupación de las principales agencias de seguridad de los Estados Unidos es comprender cabalmente el alcance de estas técnicas, que al no estar reguladas y ser relativamente baratas, pueden y son utilizadas por infinidad de actores en todo el mundo. Muchas veces, con objetivos peligrosos.

Fuente: INFOBAE

jueves, 3 de noviembre de 2011

La manipulación del clima da miedo

Reino Unido aplaza un proyecto de geoingeniería por las críticas de 60 ONG. Un informe recomienda a EEUU liderar las investigaciones por seguridad nacional



En un viejo aeródromo de la RAF (la fuerza aérea británica), investigadores de las mejores universidades del país pretendían elevar una enorme manguera un kilómetro arriba y rociar la atmósfera con agua para reflejar los rayos del sol. Iba a ser el primer test de un proyecto para comprobar si esta técnica de geoingeniería puede servir para contrarrestar el calentamiento global.

El experimento fue aplazado tres días antes de que empezara, tras una fuerte campaña en contra. Mientras, en EEUU, científicos y militares especializados en climatología han recomendado a su Gobierno que abandone la moratoria y que encabece la investigación antes de que otros se les adelanten. La geoingeniería, que la Royal Society define como "la manipulación intencional a gran escala del medio ambiente planetario para contrarrestar el cambio climático antropogénico" está empezando a asustar.

El proyecto SPICE (Inyección Estratosférica de Partículas para la Ingeniería Climática) llevaba meses siendo estudiado en laboratorio. Su objetivo final era llevar agua con varios tipos de partículas a 20 kilómetros, para que estos aerosoles hicieran de espejos que reflejasen la radiación solar.

El Protocolo de Nagoya impuso una moratoria sobre estos experimentos

Los investigadores calculaban que, una vez instalado a escala global podría reducir la temperatura 0,5 grados durante 18 meses. Los científicos de Cambridge, Oxford, Bristol y Edimburgo que participan en él querían probarlo en un escenario real. En este primer test que iban a realizar en el aeródromo de Scul-thorpe, en la costa este de Reino Unido, un globo cargado de helio elevaría la manguera sólo un kilómetro.

"SPICE es el primer proyecto de Reino Unido destinado a proporcionar un conocimiento más que necesario y basado en hechos sobre las tecnologías de geoingeniería", decía el coordinador del proyecto, el vulcanólogo de la Universidad de Bristol, Matt Watson, días antes de que las instituciones que financiaban el proyecto decidieran suspenderlo.

Según una breve nota, el Consejo para la Investigación en Ingeniería y Ciencias Físicas alegaba que quería dar más tiempo a los implicados en SPICE para estudiar sus posibles impactos. "Hemos adoptado un enfoque de innovación en este proyecto, como parte de nuestro compromiso con un desarrollo responsable, y nuestra decisión de detener el experimento refleja los consejos que hemos recibido de nuestro panel de asesores", dice el comunicado.

Los expertos de EEUU temen que otros países lideren estas técnicas

Lo más llamativo es que, en esta primera fase, no se iban a esparcir ni partículas de dióxido de azufre ni ningún otro de los aerosoles que se barajan por su capacidad reflectiva. "El proyecto en sí mismo no iba a hacer geoingeniería, sólo investigar la viabilidad para hacerla", aclaraba Watson. De hecho, sólo iban a rociar agua. Pretendían comprobar la parte de ingeniería del sistema: cómo elevar el líquido, al que tendrían que someter a una altísima presión de 6.000 bares, el comportamiento del globo durante las tormentas... Aunque Watson no respondió a los requerimientos de este periódico para explicar las razones del aplazamiento, sí dijo que lo retomarían en primavera.

En las semanas previas a la puesta en marcha de SPICE, una coalición de 60 organizaciones de todo el mundo impulsó una campaña en su contra. En una carta enviada al secretario de Estado británico para Energía y Cambio Climático se puede leer: "Si bien se pretende usar agua en vez de partículas, su solo propósito es diseñar el mecanismo que permitiría en el futuro inyectar químicos hacia la estratosfera para reflejar la luz del sol". Para los firmantes, liderados por la organización ETC Group, furibunda enemiga de la geoingeniería, "es inaceptable que el Gobierno de Reino Unido financie o incluso modere las discusiones en el Convenio sobre Diversidad Biológica al mismo tiempo que patrocina experimentos y desarrolla equipos para el despliegue de aerosoles estratosféricos, una de las tecnologías de geoingeniería más controvertidas y más debatidas".

El Convenio sobre Diversidad Biológica, convertido en el Protocolo de Nagoya durante la convención sobre biodiversidad organizada por la ONU en esa ciudad el año pasado, impuso una moratoria sobre los experimentos que buscaran alterar el clima como mecanismo para contrarrestar el calentamiento global.

Son tecnologías relativamente baratas y rápidas en su implementación

Contra la moratoria

En EEUU ya hay quienes postulan que su Gobierno no cumpla con la moratoria. Expertos en cambio climático del Bipartisan Policy Center (BPC), un influyente think tank estadounidense, publicaron el pasado mes un informe en el que piden a la Casa Blanca que lidere la investigación en geoingeniería. Cómo actúan los políticos cuando quieren proponer una medida polémica, lo primero que hacen los autores, entre los que hay destacados científicos climáticos como Ken Caldeira o Ron Lehman, es cambiarle el nombre. Ellos prefieren llamarlo "remediación climática".

En sus conclusiones destacan que las limitaciones impuestas por algunas ONG y países en desarrollo en la Cumbre de Nagoya no deberían ser tenidas en cuenta "porque pueden impedir la investigación que podría llevar a mejores decisiones sobre cuándo y cómo usar las tecnologías de remediación". Reconocen que aún hay muchas incógnitas y posibles riesgos pero que sin investigación no podrán despejarse las dudas.

"El gran problema de la geo-ingeniería es que es fácil hacerla en laboratorio; el problema es realizarla a gran escala", explica el investigador del Institut de Ciències del Mar-CSIC, Rafael Simó, experto en la fertilización de los océanos con hierro, otra de las técnicas de geoingeniería. "La única manera de demostrar su viabilidad para frenar el calentamiento global es hacerlo a lo grande y esta manipulación real es la que provoca los temores", añade.

El informe del BPC reconoce esos miedos. Pero advierte a Obama de que, si no lo hace EEUU, lo harán otros. Son tecnologías relativamente baratas y rápidas en su implementación, implican riesgos desconocidos y están al alcance de países sin sofisticadas capacidades científicas, recuerda el texto. Y, lo que haga un país con el clima de la Tierra puede afectar a todos. Como dice Simó, "en la atmósfera y los océanos no hay fronteras".


Fuente: ( publico.es )

domingo, 3 de julio de 2011

El mar sube su nivel 2 milímetros por año desde fines del siglo XIX

La causa del fenómeno es el proceso de industrialización que va generando un calentamiento global
El nivel del mar ha estado subiendo significativamente en el último siglo de calentamiento global, según un estudio que ofrece el panorama más detallado hasta ahora a los cambios en los niveles oceánicos durante los últimos 2.100 años.

Los investigadores encontraron que desde finales del siglo XIX -mientras el mundo se industrializaba_, el nivel del mar se ha elevado en promedio dos milímetros o más por año, lo cual podría parecer poco, pero es acumulativo.

Esto llevará a la pérdida de tierra, más inundaciones y agua salada invadiendo cuerpos de agua dulce, dijo el investigador principal Benjamin Horton, cuyo equipo examinó sedimento de las islas de la barrera Outer Banks en Carolina del Norte. Horton dirige el Laboratorio de Investigación del Nivel del Mar de la Universidad de Pensilvania.

Los efectos previstos que cita no son nuevos y han sido pronosticados por muchos científicos especialistas en clima, pero expertos externos dijeron que la investigación constata el aumento en el nivel del mar en comparación con siglos previos.

Kenneth Miller, presidente del Departamento de Ciencias Planetarias y de la Tierra de la Universidad Rutgers, calificó el nuevo reporte como significativo. "Esta es una contribución muy importante porque establece firmemente que el aumento en el nivel del mar en el siglo XX no tiene precedente en el pasado geológico reciente".

Miller, quien no fue parte del equipo de investigación, dijo que recientemente advirtió al gobernador de Nueva Jersey Chris Christie que el estado necesita realizar planes ante un aumento del nivel del mar de aproximadamente un metro al final del siglo.

Las temperaturas

Horton indicó que el aumento de las temperaturas es la razón de un nivel oceánico más alto.

Mirando hacia atrás en la historia, los investigadores encontraron que el nivel del mar se mantuvo relativamente estable del año 100 antes de Cristo al 950 de la era cristiana. Después, durante un período de clima cálido que inició en el siglo XI, el nivel del mar subió aproximadamente medio milímetro por año durante 400 años. A ello siguió un segundo período estable asociado con un clima más frío, conocido como la Pequeña Era Glacial, que persistió hasta finales del siglo XIX.

El aumento del nivel del mar está entre los peligros que preocupan a ambientalistas y gobiernos, con temperaturas globales incrementándose debido a los gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono producto de la combustión de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón en el último siglo.

Aunque el derretimiento de los icebergs que flotan en el mar no cambiarán su nivel, existen millones de toneladas de hielo apiladas en tierra en Groenlandia, la Antártida y otros sitios. El derretimiento de ese hielo tendría un impacto mayor al aumentar el nivel de los océanos.

Soluciones de geoingeniería

Por otra parte, el mundo debe conocer las soluciones de la geoingeniería al cambio climático, como "fertilizar" el océano con hierro para favorecer que las algas absorban dióxido de carbono, sostuvo el presidente del Grupo Intergubernamental de la ONU contra el Cambio Climático (IPCC), Rajendra Pachauri.

"Se deben conocer los aspectos tecnológicos y económicos" de estas opciones", explicó, al tiempo que aclaró que "estamos tratando de acumular conocimientos en la materia, lo que no demuestra un compromiso con un tipo de solución. Lo que hacemos es ver todo el conocimiento que hay en este campo", afirmó Pachauri, premio Nobel de la Paz en 2007.

Entre las ideas de geoingeniería debatidas está la de rociar la estratosfera con aerosoles de sulfato para reflejar la luz solar en el espacio, manipular genéticamente las cosechas para darles colores más claros que también reflejen los rayos de sol y construir torres capaces de capturar los gases de efecto invernadero, entre otras iniciativas.

Además, existe otro proyecto más llamativo, el de crear una especie de parasol espacial por medio de grandes espejos que protejan a la Tierra de los rayos solares.

Sobre la posible aplicación de estas medidas, el responsable del IPCC aseguró que "no depende de mí decirlo, sino de los estados", y afirmó que en una reciente reunión realizada en Viena "sólo se discutieron posibles respuestas al calentamiento global".

En su cuarto informe de evaluación, en 2007, los expertos del IPCC habían desechado la opción de la geoingeniería debido a que "muchos de sus efectos ambientales secundarios aún no se han evaluado" y por incurrir en altos costos.

Fuente: ( quilmespresente )

miércoles, 13 de abril de 2011

Manipulación del clima: ¿quién tomará las grandes decisiones?

Se retiraron a la tranquilidad de una mansión inglesa campestre, para pensar lo impensable.    
Científicos especializados en asuntos de la tierra, mar y aire, académicos conocedores de las leyes, la política y la filosofía: En tres intensos días aislados detrás de los viejos muros de ladrillo de Chicheley Hall, donde alguna vez se entrenaron saboteadores británicos, 48 eruditos internacionales analizaron la suerte del planeta al hacerse más cálido, considerando la idea de reflejar el Sol para enfriar la atmósfera, debatiendo la hipótesis de quién adoptará la decisión.   
Los riesgos desconocidos de la “geoingeniería“ —y este es el caso, fisgoneando con el clima de la Tierra oscureciendo los cielos —plantean muchas incógnitas.   
“Si pudiésemos experimentar con la atmósfera y jugar a ser Dios, es algo muy tentador para los científicos“, según el especialista keniano Richard Odingo. “Pero me preocupa“ esa posibilidad.    
Persiste el temor a un aumento de las temperaturas --¿en 20 años? ¿quizá en 50?-- que transforme radicalmente el mundo de hoy al derretir gran parte de Groenlandia, alterar los monzones en la India y el sudeste asiático y acabar con la fauna marina.    
Si no se emprende ahora la ingeniería del clima, según los científicos, el mundo encara sombrías posibilidades en una emergencia. “Si no entendemos las implicaciones y llegamos a una crisis y recurrimos a la geoingeniería solamente con un mínimo de conocimientos, jugaremos a la ruleta rusa“, dijo el científico Steven Hamburg, del Fondo del Medio Ambiente de Estados Unidos.    
El tema se ha tornado más acuciante al fracasar durante años las negociaciones para implantar un acuerdo a largo plazo que permita limitar las emisiones de dióxido de carbono y otras emisiones que causan el efecto invernadero. La Comisión Internacional sobre el Cambio Climático, un organismo de la ONU, cree que la temperatura aumentará hasta 6,4 grados centígrados (11,5 grados Fahrenheit) para el 2100, con el aumento del nivel del mar y alterando el clima que permitió la civilización humana.    
La Real Academia de Ciencias de Gran Bretaña organizó la conferencia de Chicheley Hall con la EDF de Hamburgo y la asociación de academias de ciencias del mundo en desarrollo. Invitaron a prominencias de todos los organismos científicos y legales de los seis continentes para analizar cómo debería encarar la geoingeniería.    
Un reportero de Associated Press fue invitado a asistir a los coloquios, en la sede de la Real Sociedad de Ciencias situada a 65 kilómetros (40 millas) al noroeste de Londres.    
“Existe una peligrosa tendencia de que en cuanto se empiece esta investigación, parece que es permisible pensar sobre cosas que deberían ser impensables“, dijo el académico Steve Rayner, codirector del programa de geoingeniería de la Universidad de Oxford. Muchas de las técnicas de geoingeniería analizadas parecieron inútiles o inefectivas.    
Pintar los tejados de blanco para que reflejen el sol es un gesto realizable, Cubrir los desiertos con material reflectante es un desafío lógico y seguramente una amenaza para el medio ambiente. Lanzar al espacio espejos gigantescos es muy caro.    
Por otra parte, sembrar los océanos con hierro para cultivar el plancton que se alimenta del CO2 es prometedor. En Massachusetts, el centro de investigaciones marinas de Woods Hole planea ese experimento a gran escala. Otra posibilidad son las nubes marinas: los científicos del Centro Nacional de Investigación Atmosférica en Colorado trabajan en el diseño de una prueba que haría brillar las nubes oceánicas con partículas de sal marina para reflejar el sol.    
Empero, estas técnicas son de escala limitada por necesidad, sin posibilidad de alterar en calentamiento del planeta. Solamente una idea con aplicaciones prácticas ha surgido hasta ahora.    
“El concepto con mayores probabilidades de éxito es el uso de partículas estratosféricas de aerosol“, dijo el especialista en clima John Shepherd, de la británica Universidad de Southampton, que expuso su teoría en Chicheley Hall.    
Esas partículas serían sulfatos capaces de reflejar el sol y dispersadas en la parte baja de la atmósfera desde aviones, globos u otros medios, de forma parecida al el dióxido de sulfuro por la erupción en 1991 del volcán Pinatuvo, en las Filipinas, que según cálculos enfrió el mundo en 0,5 grados centígrados (0,9 grados F) durante un año.   
 Los ingenieros de la Universidad de Bristol, en Inglaterra, piensan probar su posibilidad y arrojar sulfatos en la atmósfera mediante una manguera de varios kilómetros de longitud conectada a un globo que la arrastrase.    Todas las discusiones desembocaron en el mismo tema: cómo supervisar las investigaciones.    
Muchos ambientalistas se oponen categóricamente a que se altere intencionalmente la atmósfera de la Tierra o el menos insisten en que esa decisióno quede en manos de las Naciones Unidas, dado que todos los países sobre la Tierra son afectados por lo que ocurre en la atmósfera.    
En el encuentro de marzo en Chicheley Hall, no obstante, los expertos dieron casi por sentado que una coalición de naciones con grandes capacidades científicas, encabezada por Estados Unidos y Gran Bretaña, podría dirigir las investigaciones, invitando tal vez a China, India, Brasil y otras potencias a que se unan a una especie de G-20 científico.    
El paso siguiente, según los asistentes a la conferencia, sería formar una comisión independiente de expertos que analice los riesgos de los experimentos propuestos y aprueben la investigación, no el uso, de algún método. La implementación requeriría más debates.    
Al igual que Isaac Newton y Charles Darwin, John Shepherd es miembro de la venerable Sociedad Real, pero enfrenta un mundo que esos pioneros de la ciencia jamás hubieran imaginado.    
“No me entusiasman estas ideas“, dijo Shepherd a sus colegas en Chicheley Hall. Pero admitió que no hay otra salida y que se debe investigar el tema.    
Hay quienes ya hacen cálculos políticos.    
Si se comprueba que contaminantes estratosféricos pueden revertir el calentamiento global, “se llegaría a la conclusión de que la alternativa a reducir las emisiones es bloquear el sol“, señaló Hamilton. “Tal vez nunca volvamos a ver un cielo azul“.    
Si, por el contrario, los resultados son negativos, o los riesgos resultan demasiado altos, y el impacto del calentamiento global se hace cada día más evidente, la gente verá que no hay otra alternativa a la reducción del uso de combustibles fósiles, según Hamburg, de EDF. 

Fuente: ( yucatan )

martes, 8 de marzo de 2011

¿Nubes de geoingeniería?

La a manipulación del medio ambiente a escala global para provocar cambios que contrarresten los daños ambientales producidos por el ser humano a través de su actual sistema de vida

Uno de los máximos asesores de Obama en materia de ciencia y tecnología John Holdren admite que contemplan la geoingeniería como una posibilidad para combatir el cambio climático




Hace ya tiempo que me habían enviado un escalofriante documental sobre la geoingeniería producido por Edward Griffin, Michael Murphy, and Paul Wittenberger. Se titula What in the World Are They Spraying?, que puede traducirse como ¿Con qué están rociando el mundo?

Este trabajo trata de documentar hasta dónde es posible que en la actualidad se estén creando nubes artificiales de compuestos químicos y metálicos que tendrían como objeto reflejar parte de los rayos del sol que llegan a la Tierra para reducir en algún grado la temperatura.

Hasta qué punto se ha desarrollado esta "nueva ciencia" que se denomina geoingeniería que consiste en la manipulación del medio ambiente a escala global para provocar cambios que contrarresten los daños ambientales producidos por el ser humano a través de su actual sistema de vida.

En los últimos años se han utilizado estas técnicas, aunque no son muy conocidas por la ciudadanía. Por ejemplo la compañía Planktos basa su negocio en verter toneladas de nanopartículas de hierro en los mares alegando que así puede capturarse el carbono emitido a la atmósfera. Y personajes como Bill Gates (sí el presidente de Microsoft) financian proyectos para combatir el cambio climático por medios tecnológicos.

Desde hace lustros diversos científicos de renombre como Edmund Teller han propuesto la creación, con diferentes proyectos, filtros solares artificiales para el planeta Tierra para controlar su temperatura.

Antes de escribir el capítulo titulado Escrito en el cielo de mi libro La salud que viene, dedicado a la geoingeniería, me pasé un año recopilando información y haciendo un trabajo de criba, de filtrado, como nunca antes había hecho (y como no he vuelto a hacer).

Una de las joyas que encontré para buscar una posible explicación a este fenómeno de las nubes artificiales creadas con aviones que pueden ser proyectos de geoingeniería, es un estudio de 944 páginas realizado por una panel de científicos e investigadores llamado Policy Implications of Greenhouse Warming: Mitigation, Adaptation, and the Science Base (Implicaciones de la política del calentamiento por efecto invernadero, mitigación, adaptación y base científica).

El trabajo fue publicado en 1992, cinco años antes de la cumbre de Kyoto, por la National Academies Press (NAP) y sus autores son el citado panel de científicos, la National Academy of Sciences (Academia Nacional de Ciencias), la National Academy of Engineering (la Academia Nacional de Ingeniería) y el Institute of Medicine (Instituto de Medicina), todos ellos de Estados Unidos.

Como pueden ver, altísimas instancias del mundo científico estadounidense. Hay que recordar que ese mismo año 1992 se celebró la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que dio lugar a una serie de acuerdos por medio de los cuales los países de todo el mundo se unían por primera vez para hacer frente a este problema.
El actual modelo de producción y consumo, el capitalismo, comenzaba a ser señalado con el dedo como responsable del cambio climático.

Y como puede comprobarse con la lectura del documento, las altas instancias políticas, científicas y académicas (más algunas de las multinacionales más contaminantes del planeta) de la principal potencia del actual sistema llevaban años estudiando cómo conseguir que el cambio climático no nos obligue a cambiar de modelo, de caminar hacia uno ecológico, limpio, sostenible (el concepto lo encuentro gastado pero todo el mundo lo entiende). No cambiaríamos de modelo y además se conseguiría abrir un nuevo mercado, el de la geoingeniería.

Algunos de los proyectos que con sumo detalle se describen en el estudio científico citado coinciden, al menos en su estética, con lo que hoy vemos en los cielos de todo el mundo y que cualquiera puede observar sólo con mirar hacia arriba los días que se produce o ir a la página web de la NASA para verificarlo con imágenes desde satélite.

El estudio Implicaciones de la política del calentamiento por efecto invernadero, mitigación, adaptación y base científica, argumenta que la manera más eficaz de mitigar el cambio climático es la pulverización en la atmósfera de aerosoles reflectantes utilizando para ello aviones, tanto comerciales como militares. El objetivo es crear un escudo global.

Este método de mitigación de los efectos del cambio climático tiene como objetivo crear un escudo en la atmósfera del planeta para conseguir que aumente el albedo de la Tierra (su capacidad de reflejar la luz). Se utilizaría para ello aerosoles compuestos de aluminio u óxido de aluminio y óxidos de bario, así como productos químicos que generen ozono en la atmósfera.

El documental What in the World Are They Spraying? ofrece datos sobre que las nubes artificiales que vemos pueden contener aluminio, bario y estroncio. En los últimos años se han realizado análisis del suelo en diferentes partes del mundo y se han encontrado tasas de aluminio elevadísimas en zonas sin actividad industrial ni ninguna otra posible fuente contaminante, como en algunas montañas de California donde se han encontrado concentraciones de aluminio 61 veces mayores de lo permitido por el gobierno estadounidense.

Otra de las perlas del documental es que uno de los máximos asesores de Obama en materia de ciencia y tecnología John Holdren admite que contemplan la geoingeniería como una posibilidad para combatir el cambio climático.

Los autores del docu acuden a diversos congresos científicos sobre geoingeniería y entrevistan a sus protagonistas, alguno de los cuales reconoce que el uso de nubes de aluminio pulverizado a tamaño nanotecnológico puede ser un desastre desde el punto de vista de la salud de las personas pero que "no lo han estudiado todavía".

De modo que sabemos que se lleva años estudiando crear nubes artificiales de compuestos tóxicos como el aluminio. Que se está impulsando la geoingeniería e interesa utilizarla.
Que las tasas de aluminio son anormales en diferentes lugares y que sin aparente orden ciertos días podemos observar el fenómeno en apariencia muy similar a cómo se desarrollarían estos proyectos.

En fin hay que ser muy escépticos y críticos con todo en general (y con lo que nos viene de ciertos poderes en especial) pero a uno sólo le queda preguntarse cuánto tiempo falta para que alguna fuente oficial reconozca lo que está ocurriendo y que ahora sólo es una hipótesis, pero qué hipótesis, cada vez mejor documentada.

Fuente: ( periodista digital )

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