miércoles, 12 de enero de 2011

Neurobiología del razonamiento

RAFAEL H. PAGÁN SANTINI

Cualquier modelo educativo que intente desarrollarse deberá tomar en cuenta los recientes descubrimientos neurocientíficos. Sin este sustento muchas de estas propuestas educativas pueden quedarse estrictamente en el discurso ideológico. Por ejemplo, con respecto al comportamiento, la arquitectura neural es invariante. El circuito neural responsable de la percepción forma conexiones sinápticas que son fijas, asegurando así la precisión de nuestro mundo perceptual. El circuito neural responsable de la memoria tiene conexiones sinápticas que cambian en fortaleza con el aprendizaje. Estos mecanismos forman las bases de la memoria y del funcionamiento cognitivo superior1.

Sin ser muy riguroso en el análisis, podemos decir que algunas escuelas del pensamiento filosófico sostienen que aprender es reconocer, lo que viene a decir que aprendemos aquello para lo que nuestro cerebro está preparado (desde el punto de vista evolutivo / genético) para asimilar. Aprendemos lo que nuestra memoria ha consolidado. En puntos extremos podemos encontrar escuelas filosóficas que sostienen que el cerebro es una estructura preparada para aprender, pero que está vacía de contenidos al nacer y que se va rellenando / completando a lo largo del proceso vital. Otras, sin embargo, sostienen lo contrario, que existe un conocimiento a priori sobre el cual aprendemos.

El empirista británico John Locke argumentaba que la mente no poseía conocimiento innato, que era como una hoja en blanco, “una tabla rasa”, que con la experiencia eventualmente se iría llenando. Todo lo que sabemos del mundo es aprendido, así que mientras más encuentros tengamos, y mientras más efectivamente la asociemos con otras ideas más fuertemente impactará nuestra mente. Por otro lado, Immanuel Kant, el racionalista germano, argumentaba lo contrario, que nacemos con ciertas construcciones de patrones de conocimiento. Estos patrones, los cuales Kant llamaba conocimiento a priori, determinan como la experiencia sensorial es recibida e interpretada. La evidencia experimental de la neurobiología, especialmente los estudios del doctor Eric Kandel permiten sostener que ambos puntos de vista tienen meritos. La anatomía de un circuito neural es un ejemplo simple de conocimiento a priori kantiano, mientras que los cambios en la fortaleza de cualquier conexión particular en el circuito neural reflejan la influencia de la experiencia. Más aún, consistente con el pensamiento de Locke, la práctica hace al maestro, la persistencia de tales cambios subrayan la memoria.

La actividad intelectual del ser humano se ha relacionado, en cierta medida, con su capacidad para razonar. Se ha señalado al filósofo Marco Tulio Cicerón (106 a.C–43 a.C), como el traductor de la palabra griega logos (λóγος) al latín, razón. En su traducción recoge el pensamiento de los filósofos y oradores griegos, no simplemente sus palabras. La diversidad de traducciones o símiles que se atribuyen hoy al vocablo logos (la palabra en cuanto meditada, reflexionada o razonada, es decir: razonamiento, argumentación, habla o discurso, pensamiento, ciencia, estudio, sentido) obedece al significado que filósofos como Sócrates dieron a la dicción logos. Una vez que las acciones, propósitos, resoluciones y modos de conducta que el hombre tiene en el mundo moral fueron identificadas, los filósofos griegos aplicaron el entendimiento, la intuición intelectual, para llegar a preguntarse qué es la justicia, qué es la moderación, qué es la templanza, qué es la valentía, qué es el amor, qué es la compasión, etcétera, etcétera.

Ahora bien: ¿qué es?, significa para estos griegos “dar razón de ello”, encontrar la razón que lo explique, encontrar la fórmula racional que lo cubra completamente, sin dejar resquicio alguno. Y a esa razón que lo explica, a esa fórmula racional, la llamaron con la palabra griega “logos”, una de las palabras más refulgentes del idioma humano; ilustre porque de ella viene la lógica y todo lo que con la lógica se relaciona; ilustre también porque el sentimiento religioso se ha apoderado también de ella y la ha introducido en el latín con el nombre de “verbum”, que ustedes seguramente en las oraciones elementales de nuestra religión habrán encontrado: el verbo divino. Esa es la traducción latina de la palabra “logos”, que antes de Sócrates significaba simplemente charla, palabra; tiene desde entonces el sentido técnico–filosófico que Sócrates le da a y a partir de él tiene en toda la filosofía un sentido muy variable, que ha variado mucho en el curso de la filosofía, pero que primordialmente es la razón que se da de algo. Lo que el geómetra dice de una figura, del círculo, por ejemplo, para definirlo, es el “logos” del círculo, es la razón dada del círculo. Del mismo modo, lo que Sócrates pide afanoso a los ciudadanos de Atenas es que le den el “logos” de la justicia, el “logos” de la valentía. Dar y pedir “logos” es la operación que Sócrates practica a diario por las calles de Atenas2.

Para nuestros fines, el razonamiento es la formación de nuevo conocimiento a partir de un conocimiento previo, esto es, la construcción de nuevas unidades cognitivas compuestas por circuitos neuronales nuevos junto a los ya existentes. Estas nuevas unidades cognitivas, las cuales son llamadas inferencias, pueden derivar exclusivamente de conocimiento pre–existente o de la combinación de conocimiento previo y de información sensorial nueva o reciente. La definición de razonar incluiría el pensamiento lógico, tanto deductivo como inductivo, y una gran variedad de operaciones cognitivas que van desde el razonamiento reflexivo inconsciente hasta las matemáticas formales3

El razonamiento reflexivo puede considerarse como la forma más simple de razonar. Consiste en la elaboración sin esfuerzo de inferencias rápidas y automáticas a partir de una situación dada con la asistencia de un gran almacén de conocimiento permanente. Este tipo de razonamiento, parecido al sentido común de acción rápida, impregna a todos los seres vivos inteligentes. El modelo neurocognitivo que hasta el momento mejor ha explicado este tipo de razonamiento es el presentado por Shastri y Ajjanagadde, el cual es esencialmente conexionista4. Su arquitectura neuronal consiste en una gran red que codifica millones de hechos en su patrón de conectividad. En esa red neuronal los hechos tienen unidades y nódulos comunes. Junto con los hechos, también codificados en patrones de conectividad, se encuentra un conjunto de reglas elementales de inferencias, que hacen al sistema en efecto capaz de un razonamiento deductivo.

De acuerdo a este modelo, de un gran conglomerado de hechos y reglas, las inferencias serían dibujadas en cuestión de milisegundos a través de un proceso de propagación de dinámica vinculante en la red. Tal vinculación consistiría en la activación sincrónica de grupos de nódulos representacionales. El razonamiento sería, pues, la propagación transitoria de patrones rítmicos de actividad a través del sistema. Por lo que, la esencia del proceso de razonamiento, de acuerdo a este modelo, sería la adecuación de patrones temporales entrantes con los patrones inherentes a las sub–redes que representan los hechos de largo plazo.


1Eric R. Kandel, In Search of Memory, New York, W.W. Norton & Company, 2006.
2Lecciones Preliminares de Filosofía Nº 164 (Págs. 6979). Ed. Porrúa, México 1985.
3Joaquín M. Fuster, Cortex and Mind, (2003) Oxford University Press, USA.
4Lokendra Shastria1 and Venkat Ajjanagadde, 1993, From simple associations to systematic reasoning: A connectionist representation of rules, variables and dynamic bindings using temporal synchrony, Behavioral and Brain Science, 16: 417451.

1 comments:

EXCELENTE articulo!!!, perfectamente escrito,lleno de informacion accesible y con referencias que lo enriquecen de principio a fin.
Podria hacer una decena de comentarios de cada uno de los parrafos.
Me encanto!!..gracias por publicarlo!!..besos y loas a quien lo escribio!!

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