jueves, 27 de enero de 2011

Deforestación amenaza los bosques de todo el planeta

Los bosques albergan 300 millones de personas en todo el mundo. Provee alimentos, recursos naturales, agua y medicina a más de mil 600 millones de seres humanos –incluyendo pueblos indígenas amenazados–, y son el hogar del 80 por ciento de la biodiversidad del planeta. Se estima que contienen más de 60 mil especies de árboles. Muchas de estas aún no se descubren.

Esa gigante masa arbórea cubre el 31 por ciento de la superficie terrestre, lo que representa algo más de cuatro mil millones de hectáreas. Solo los bosques tropicales suman mil millones de hectáreas que se distribuyen en: bosques amazónicos de América del Sur, secos del Sur de Asia, nubosos de América Central, y abiertos del Este y del Sur de África.

La riqueza natural y cultural de los bosques es incalculable. Sin embargo, cada año se pierden miles de kilómetros cuadrados debido a la deforestación, que a su vez, es causada principalmente por la conversión a tierras agrícolas, la recolección insostenible de madera, las prácticas de la gestión inadecuada de la tierra, y la creación de asentamientos humanos.

Según el informe Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales 2010 de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), del 2000 al 2010, la pérdida anual neta de los bosques del mundo fue de 5.2 millones de hectáreas. América del Sur fue la región más afectada en ese periodo, puesto que perdió alrededor de 4 millones de hectáreas por año.

En el último decenio, los bosques primarios –que son áreas donde los procesos ecológicos no han sido alterados significativamente y no hay presencia visible de actividad humana– disminuyeron en más de 40 millones de hectáreas.

Al respecto, la organización internacional Greenpeace asegura que se conserva el 20 por ciento de bosques primarios originarios y que el 80 por ciento restante fue destruido o alterado.

En el
Perú, la tasa de deforestación es en promedio de 725 hectáreas de bosques destruidos por día, causados sobre todo por la tala ilegal de árboles. La situación se agrava si se considera que el Gobierno actual lleva a cabo una agresiva apertura de la Amazonía a la exploración y extracción de gas y petróleo, y avala la producción de biocombustibles que alteran el ecosistema.

Un caso emblemático lo constituye el distrito de Barranquita, en la región San Martín, donde el grupo Romero ha deforestado alrededor de 3 mil hectáreas de bosques primarios para cultivar palma aceitera.

En esa misma perspectiva, se debe observar la construcción de represas en la Amazonía porque el embalse de bosques genera grandes cantidades de metano, un gas de efecto invernadero 20 veces más contaminante que el dióxido de carbono (CO2).

Otras amenazas para la biodiversidad forestal son la gestión forestal insostenible, el cambio climático, los incendios forestales, las plagas de insectos y las enfermedades, así como las catástrofes naturales y las especies invasoras. Todo ello produce graves daños en los bosques.

Medidas ante la deforestación
La reducción del área de los bosques causa hasta un 20 por ciento de las emisiones mundiales de CO2, que contribuyen al calentamiento global, y con ello, al cambio climático.

Si bien las emisiones de carbono procedentes de los bosques disminuyeron en los últimos años, como consecuencia de la menor tasa de deforestación y la plantación a gran escala de nuevos bosques, queda un gran camino por recorrer.

Asimismo, se destaca las medidas de preservación y ordenamiento forestal dispuestas. Desde 1990, la superficie forestal destinada a la conservación de la biodiversidad, la protección de los recursos de sueños y agua, y/o la conservación del patrimonio cultural, ha crecido más de 95 millones de hectáreas.

Actualmente, el 12 por ciento de los bosques del mundo (más de 460 millones de hectáreas) están designados para tal fin.

Otra iniciativa que busca evitar la deforestación y la degradación forestal es la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal en países en desarrollo (REDD). La variante REDD-plus alienta la restauración forestal y el manejo sostenible de los bosques a fin de potenciar su capacidad para almacenar carbono.

La propuesta considera a las comunidades indígenas y locales que viven del bosque. No obstante, algunos expertos, grupos ambientalistas y organizaciones indígenas, afirman que este mecanismo es “perverso” porque posibilita que los que contaminan paguen a quienes no lo hacen, sin esforzarse por reducir sus emisiones causadas por combustibles fósiles como
Fuente: ( erbol )

gas natural, petróleo y carbón.

En el
Perú, la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), se pronunció en contra de REDD, en una carta dirigida al Banco Mundial el 30 de octubre pasado.

“No habrá viabilidad ni sostenibilidad de ninguna inversión REDD en el
Perú sin saneamiento territorial previo y ley de consulta previa a los pueblos indígenas”, indica el documento.

ESFUERZO CONJUNTO
La transformación acelerada de los ecosistemas y la degradación ambiental exige medidas urgentes, efectivas y conjuntas de los gobiernos. Por ello, a nivel regional, se requiere construir una visión ambiental amazónica integrada y definir el papel a cumplir en el desarrollo nacional e incorporar la gestión de riesgo a la agenda pública.

Es vital además, elaborar e implementar estrategias regionales que permitan el aprovechamiento sostenible del ecosistema amazónico, y diseñar un sistema de monitoreo y evaluación de impacto de las políticas, los programas y los proyectos. Estas propuestas se desprenden del informe “Perspectivas del Medio Ambiente en la Amazonía: GEO Amazonía”.

La investigación fue realizada por ocho países amazónicos, con el apoyo del Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA). Cabe destacar que el informe evidencia un avance alrededor de los instrumentos nacionales orientados al manejo planificado de la Amazonía.

El desarrollo de los bosques solo será integral si se comienza a revalorar la sabiduría de los pueblos indígenas, y se toma en cuenta conceptos como el Buen Vivir. Ésta es una práctica para mantener el equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza, y que implica formas de organización colectiva para el manejo y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales.

Según las tradiciones indígenas amazónicas, en el inicio de los tiempos los animales, plantas, fenómenos atmosféricos, espíritus y todas las cosas que existían en el mundo eran gente y vivían armónicamente hasta que un día se transformaron.

El hecho de que humanos y no-humanos compartan la misma esencia hace posible la comunicación y el diálogo entre ambos, y cuestiona la concepción occidental de separación y superioridad absoluta de los seres humanos.

El 2011 ha sido declarado por la
Organización de las Naciones Unidas, ONU, como el Año Internacional de los Bosques, para promover el intercambio de conocimientos sobre estrategias prácticas que favorezcan la ordenación forestal sostenible. Su lema es “Los bosques, para las personas”.

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