sábado, 18 de septiembre de 2010

Etiopía debate entre la deforestación y el desarrollo mas allá de la subsistencia

Addis Abbeba 18 sep (EFE).- Agricultores, científicos y ambientalistas mantienen en Etiopía un apasionado debate entre conservación y desarrollo, entre una agricultura que comienza a salir de la cultura de la subsistencia y una naturaleza cada vez más afectada por la presión demográfica.

Un debate esencial en un país que cuenta con ochenta millones de habitantes, con una previsión de 120 millones en el 2030, y que ha visto reducidos sus bosques originales en un 93 por ciento en los últimos cien años, según datos facilitados a Efe por el Instituto etíope de Investigaciones Agrarias.

Esta institución, en colaboración con la Universidad Politécnica de Madrid y la empresa Ence, ha organizado un congreso en Addis Abbeba con el objeto de debatir uno de los asuntos que mayor polémica está suscitando: la creciente presencia de los eucaliptos en el campo etíope.

Esta especie fue introducida en Etiopía a finales del siglo XIX y es utilizada en la actualidad como combustible en los hogares rurales y en muchos urbanos, en sustitución de los tradicionales excrementos del ganado, y como material para la construcción, sector que está experimentando un fuerte crecimiento.

Una demanda, con la consiguiente subida del precio de la madera, que ha provocado que los campesinos hayan incrementado la plantación de este árbol, incluso en terrenos dedicados hasta el momento a la producción de alimentos.

Este es precisamente uno de los principales motivos de preocupación de los ecologistas y de algunos científicos, que alegan que estas plantaciones suponen un riesgo para la conservación de la biodiversidad y para el suministro de alimento a la población.

Adefires Worku, del Centro de Investigaciones Forestales, ha explicado a Efe que considera adecuado que los campesinos planten eucaliptos en tierras baldías o abandonadas, pero que el empleo de tierras de cultivo para este objetivo es un riesgo en un país donde los agricultores, debido a sus peculiaridades climáticas, deben asegurarse primero una producción de alimentos para el autoconsumo.

También expresa su preocupación por cómo puede afectar la entrada de dinero en unas comunidades rurales hasta ahora dedicadas a la subsistencia y que desconocen el sistema de mercado; sobre el riesgo de supone la deriva hacia el monocultivo forestal y la incidencia que pueden tener sobre la biodiversidad en el país.

Mulugeta Lemenih, de la Universidad de Hawassa, afirma, sin embargo, que "no es posible tomar decisiones sobre el eucalipto desde una perspectiva exclusivamente ecológica, sin tener en cuenta la incidencia que está teniendo en la mejora de las condiciones de vida de los campesinos", algunos de los cuales pueden llegar a recibir el 70 por ciento de sus ingresos del cultivo de esta especie originaria de Australia.

Otro de los participantes en el congreso, Kaleb Kelemu, del Centro de Investigaciones Forestales, presentó un estudio en el que, según dijo, se pone de manifiesto que el eucalipto se ha convertido en un elemento esencial en el desarrollo rural y en la reducción de la pobreza en Etiopía.

En otro de los ámbitos de debate sobre la incidencia de este cultivo en la biodiversidad, se presentó una investigación, por parte de Desalegn Tadele, de la universidad de Bahir Dar, en la que se prueba que el eucalipto no impide la germinación de especies autóctonas.

Según señaló, al contrario de lo que se pensaba, las plantaciones de Eucaliptus Globulus pueden jugar un importante papel en la restauración de la vegetación indígena en áreas degradadas de Etiopía.

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