jueves, 16 de septiembre de 2010

Patrimonio Unesco: una historia de éxitos

Proteger y salvaguardar los bienes culturales y naturales para transmitirlos intactos a las generaciones futuras: tal es el ambicioso proyecto lanzado por la UNESCO en 1972 y que ha unido a la humanidad en una campaña en nombre de la belleza y la excepcionalidad.


¿Qué tienen en común la Gran Muralla china y la Torre de Pisa? ¿Machu Pichu y las cascadas de Victoria? ¿Los ferrocarriles réticos y la abadía de San Gall? Ciertamente, no el carácter, ni las dimensiones o el origen. Lo que unifica antiguas ruinas, parques naturales o arrecifes de coral es su excepcional e indiscutible valor artístico o natural.

Un patrimonio mundial que la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas (UNESCO) ha identificado y catalogado en una lista que cuenta hoy con cerca de 900 sitios repartidos en 145 países, de los cuales 10 se encuentran en Suiza.

El objetivo de la UNESCO es ambicioso. “Se trata de proteger, valorizar y transmitir intactos para las generaciones futuras los más preciosos tesoros de la naturaleza, del arte, de la historia y de la cultura humana”, explica Oliver Martin, de la Oficina Federal de Cultura (OFC). Las amenazas que penden sobre este patrimonio son diversas: desde las guerras hasta el desarrollo salvaje pasando por el abandono. Todo ello sin contar la influencia del cambio climático y la evolución de la Tierra.

Frente a este preocupante cuadro, la UNESCO se ha empeñado en sensibilizar a la población y a las autoridades sobre la necesidad de salvaguardar estos lugares extraordinarios, fruto del saber y el ingenio humanos, así como del paciente trabajo de la naturaleza y el tiempo.

Suiza, un pequeño país con diez sitios

La presencia de Suiza en la lista del patrimonio mundial de la UNESCO se remonta a 1983, con la inscripción del centro histórico de Berna, del convento benedictino de San Giovanni de Müstair, en los Grisones, y de la abadía de San Gall. Tres monumentos para un único viaje a través del tiempo: de la Edad Media del monasterio al Barroco de la capital, con una mirada al futuro gracias a la digitalización de los manuscritos guardados en la biblioteca.

Con el correr del tiempo, este muy prestigioso elenco se ha agrandado gracias al reconocimiento de los castillos de Bellinzona (2000), de los viñedos en terrazas de Lavaux (2007), de los ferrocarriles réticos en el paisaje Albula/Bernina (2008) y de las ciudades relojeras de La Chaux-de-Fonds y Le Locle (2009).

“Suiza es el único país alpino que puede enorgullecerse de poseer tres sitios inscritos en la lista del patrimonio mundial por criterios naturales”, explica Carlo Ossola, de la Oficina Federal de Medio Ambiente. Se trata de las regiones de Jungfrau-Aletsch Bietschhorn, inscrita en 2001 y considerada casi como el mayor símbolo turístico del país, del Monte San Giorgio (2003) y el Área Tectónica de Sardona (2008).


Stefania Summermatter, swissinfo.ch

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