jueves, 28 de abril de 2011

La sostenibilidad sigue siendo una tarea hercúlea para las pequeñas empresas

El desarrollo sostenible es a todas luces la mejor vía -si no la única posible- para acabar con el rastro de parálisis y desconfianza que la recesión económica ha dejado tras de sí. El concepto ha dejado ya de esgrimirse como meta teórica al amparo de antiguas definiciones como la del Informe Brutland y ha pasado a considerarse como una meta ineludible, integrándose en la definición del anhelado modelo de gobernanza global sostenible, un desafío que urge cada vez más en la actual situación, no sólo económica, sino también social y geopolítica. La conservación de la tierra y los espacios y recursos naturales aparece cada vez con más relevancia en la búsqueda de un desarrollo sostenible.

Así las cosas, las compañías se han subido al carro del desarrollo sostenible y enarbolan el concepto a grandes voces ante sus grupos de interés. Sin embargo, en muchos casos esa integración todavía no ha alcanzado niveles óptimos, tal como revelan las conclusiones del informe 'Corporate Sustainability: a progress report', un estudio elaborado por KPMG en el que han participado 378 altos directivos de una amplia variedad de sectores de Estados Unidos y Canadá, Asia-Pacífico y Europa, así como colaboradores de Oriente Medio, África y Latinoamérica.

A pesar de que la inmensa mayoría de las compañías conoce y enfoca el desafío del desarrollo sostenible, pero son las grandes corporaciones las que lo integran con mayor fuerza. Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas todavía suspenden en este sentido puesto que menos de la mitad de ellas dispone de una estrategia de desarrollo sostenible frente a las 8 de cada 10 de las grandes compañías que sí la poseen. Según el documento, existen tres grandes obstáculos que frenan el desarrollo de las estrategias de sostenibilidad: herramientas y parámteros comunes -y sistemas de información- para valorar y analizar el impacto de los programas de sostenibilidad, financiación disponible para equiparar las inversiones sostenibles a las convencionales y falta de un marco regulatorio internacional claro y riguroso en el que las empresas puedan planificar con confianza y seguridad.

A pesar de todo, las compañías se muestran conscientes de la necesidad de adoptar este tipo de estrategias ya que, tal como revela el documento, "dos de cada tres creen que acordar un nuevo conjunto de normas es muy importante o crucial", y la mayoría se muestran "a favor del endurecimiento de las regulaciones internacionales si de esa forma se consigue reducir la complejidad y los costes de cumplir con normas estatales y nacionales tan divergentes". A su vez, en relación a la financiación de iniciativas de sostenibilidad, el estudio revela nuevos métodos innovadores, como que los productores de energía estén utilizando métodos de financiación para promover la eficiencia y combinando proyectos con ciclos de 'payback' (plazo de recuperación de la inversión) más cortos y más largos en una cesta de inversiones capaz de cumplir los requerimientos de sus compañias.

Más allá de los datos aportados por el informe merece la pena destacar los distintos cauces a través de los que la sostenibilidad se abre camino, aprovechando plataformas innovadoras como la Web 2.0. Sobre el potencial de las TIC como motores de desarrollo sostenible, innovación social y gestión ambiental se han pronunciado también organismos como el Global eSustainability Initiative (GeSI) que asegura que las tecnologías de la información y la comunicación juegan un rol esencial a la hora de abordar el cambio climático de forma global y abrir camino a un desarrollo eficiente y sostenible. Reducir costes en sectores económicos como el eléctrico, el industrial y el transporte por un valor cercano a los 600.000 millones de euros hasta 2020: hasta ahí llegan las bondades en materia de sostenibilidad que los expertos del sector atribuyen a las TIC.

A su vez, la creación de un “Forum Global por la Sostenibilidad” se perfila como la nueva meta de entidades como Greenpeace y el Instituto Ethos de Empresas y Responsabilidad Social, que lanzaron una iniciativa en este sentido aprovechando la reciente Cumbre de Río+20. Así, el Instituto Ethos asegura que para alcanzar la visión de una economía inclusiva, verde y responsable, será necesario desarrollar un conjunto de acciones que formarán parte de una amplia agenda nacional y suprapartidaria. “Esa agenda deberá elaborarse en un abarcador proceso de movilización social que involucre las principales fuerzas de cambio, con influencia en las políticas y mecanismos de mercado que van a sustentar y orientar los procesos económicos”, asegura el organismo.

De ese modo, en un informe publicado recientemente por Ethos, se establece que la economía inclusiva, verde y responsable que se impone al mundo en función de los desafíos ambientales, sociales y éticos debe orientarse por los factores estratégicos: valores e innovación. Hay que desarrollar los valores que darán soporte a actitudes que abran nuevos campos de visión, de producción de conocimiento y de comportamientos sustentables. Además de eso, se habrá de estimular una mayor inversión en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías, procesos y relaciones mercantiles y de producción, estimulando un ciclo de innovación en busca de sistemas sustentables de producción, distribución y consumo de bienes y servicios.

A pesar de todo, la innovación y el desarrollo en materia de sostenibilidad sigue encontrándose con innumerables escollos en su camino. Bruselas ha reconocido recientemente que las empresas europeas están teniendo grandes dificultades para conseguir préstamos bancarios para proyectos de eco-innovación, créditos que son sistemáticamente rechazados al no congeniar con los obsoletos estándares que aplican las entidades para conceder o no la financiación. El panorama, desalentador justamente en el año europeo de la creatividad y la innovación, invita a la reflexión y al cambio; y la Oficina Europea de Patentes (OEP) ha emprendido un estudio del mapa europeo de la eco-innovación, con el fin de promocionar su “normalización” en el panorama económico europeo y promocionar el registro de patentes “ecológicas”. Se impone un cambio en la mentalidad y una integración total- no sólo teórica- de la eco-innovación en el escenario económico global; el primer paso para eliminar las barreras erigidas por las malas-y obsoletas-costumbres.

En la actualidad, son los Países Bajos, Estados Unidos, Alemania y Japón quienes vienen allanando el camino con el mayor número de innovaciones en el sector de las nuevas energías limpias, de la mano de compañías como Nissan, Siemens o General Electric, líderes hasta la fecha en patentes ecológicas. Y mientras unos pocos visionarios del sector privado se asoman tímidamente-y valientemente- a las posibilidades de la innovación ecológica, queda todavía un importante frente por cubrir, el de la creación de vínculos entre sector público y privado como distintivo de la nueva industria sostenible europea. Por ahora, Google, Philips e IBM, han comprometido ya sus esfuerzos-también los financieros- en la búsqueda de nuevas tecnologías más ecológicas.

Beatriz Lorenzo

Fuente: ( icnr.es )
 

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