domingo, 23 de octubre de 2011
Sybil, el caso que derribó el mito de la personalidad múltiple
Un nuevo libro revela cómo una paciente, una siquiatra y una  periodista dieron origen a una historia tan famosa que incluso llegó al cine y  marcó el estudio de los trastornos mentales. Hoy se discute si este cuadro será  eliminado de la "biblia" de las enfermedades siquiátricas.  
EN 1973 una historia impactó al mundo y cambió para siempre los finales de  muchas películas de terror y novelas de suspenso: en mayo de ese año se publicó  en EE.UU. el libro Sybil, que detallaba el primer caso documentado y curado de  desorden de personalidad múltiple de la historia. 
Un caso que se volvería aún más famoso en 1976, cuando el director Daniel  Petrie lo llevó al cine con la actriz Sally Field interpretando a la joven Sybil  Dorsett, que llegó a desarrollar 16 personalidades diferentes. 
Pero, ¿qué tal si todo hubiera sido una mentira? ¿Una tan bien urdida que,  incluso quienes la idearon, terminaron creyéndola? Esa es la revelación que la  periodista Debbie Nathan hace en su libro Sybil expuesta, que apareció  recién esta semana en EE.UU. y que se basa en documentos recolectados por la  autora en el John Hay College de Justicia Criminal de Nueva York. La polémica  que está generando no es sólo por revivir el impacto que causó la historia en  los 70', sino por el detalle del escandaloso engaño sobre el que fue montada. La  discusión llega a tal punto que, incluso, se plantea la posible remoción de la  personalidad múltiple en la próxima edición de la "biblia" de la siquiatría, que  regula qué es una enfermedad y qué no, el Manual de Diagnóstico y Estadística de  Desórdenes Mentales (DSM) V, que será publicado en 2013.
Volvamos al principio. Todo comenzó con unos padres estrictos y una niñez muy  extraña. Shirley Mason (el verdadero nombre de Sybil) nació en 1925 y nunca pudo  pintar con lápices de colores ni escribir las historias que imaginaba y tanto la  entretenían. Inventar era pecado, pintar un conejo verde era pecado, cantar  también lo era. 
Básicamente, para su familia, fuertemente inmersa en el credo Adventista del  Séptimo Día, todo provenía del infierno. Fue esa visión de demonios y castigos  la que fomentó la extrema ansiedad de Mason, que ya a los ocho o nueve años  presentaba síntomas poco usuales, que se agravaron cuando estaba en sexto básico  y que alcanzaron trazos claros de trastorno en sus primeros años de  universidad.
A esa altura de su vida, ya no la dejaban tranquila los constantes resfríos,  el bizqueo de sus ojos, el insomnio crónico y los fuertes dolores menstruales  cada mes. Tras ver a muchos especialistas, Shirley llegó a la siquiatra Cornelia  Wilbur en 1945, a quien sólo alcanzó a ver cinco veces, una por mes. 
Pero se prendó de ella y de la atención que le daba. Aun sin saberlo  entonces, cuando debieron separarse debido a una mudanza de Wilbur, sus caminos  estarían unidos para siempre.
En 1954, ambas volvieron a contactarse en Nueva York. Muchas cosas habían  cambiado: Wilbur se había dedicado completamente al sicoanálisis y varios años  atrás había comenzado a experimentar con electroshock y metrazol (un derivado  del alcanfor usado para tratar las convulsiones) para curar la histeria de sus  pacientes, una patología que llamaba poderosamente su atención. 
Mason, por su parte, se había graduado como profesora de la U. de Columbia y  ya trabajaba dictando clases de arte a pacientes en centros de reclusión mental.  Shirley había conseguido controlar sus accesos nerviosos con el poder de su  mente, y una ocasional pastilla para dormir era todo lo que necesitaba para  sortear el día a día. 
Los síntomas de su adolescencia aparecían de tanto en tanto, pero ahora  estaba salvada: sólo algunas sesiones más con su adorada Connie Wilbur la  curarían por completo. 
Diagnóstico irresistible
En 1954 se había realizado en Los Angeles el Congreso Anual de la Asociación  de Siquiatría Americana, particularmente interesante por la presentación de Eva,  una paciente que, según su médico tratante, podía desarrollar tres  personalidades diferentes. Al boom médico seguiría el mediático: cuatro años  después se publicaría el libro Las tres caras de Eva, que rápidamente se  convertiría en un best-seller. 
La doctora Wilbur estaba obsesionada con esta idea en la época en que se  reencontró con Shirley, a quien le recetó un cóctel de pastillas que incluían  seconal, demerol, edrisal y daprisal, estos últimos prohibidos en la actualidad.  Eso era todo lo que podía hacer por ella. Pero un día Shirley, quien había  desarrollado un apego enfermizo hacia su doctora, al punto de querer abandonar  su maestría en arte para dedicarse a la siquiatría, igual que Wilbur, llegó con  un nuevo síntoma. Le contó a su doctora de los "vacíos" que enfrentaba a veces,  que la hacían aparecer en un lugar o incluso una ciudad distinta sin tener  ningún recuerdo de cómo había llegado allí. 
Wilbur quedó fascinada con estos síntomas, que consideró como una  manifestación de "estados de fuga". Sólo 10 días después, Shirley golpeó a su  puerta luciendo un aspecto un poco diferente del ordenado y pulcro que la  caracterizaba. "No soy Shirley", le dijo a Wilbur. "Soy Peggy".
Durante los siguientes dos años, no sólo estarían Shirley y Peggy en el mismo  cuerpo, sino que llegarían Vicky, Mike, Mary, Shirley Ann y Clara, que tomaban  posesión del cuerpo de la primera en el momento menos pensado. Wilbur no cabía  en sí de la satisfacción de haber dado con tan raro caso de personalidad  múltiple, que con seguridad la lanzaría a la fama. 
Pero estos síntomas no tenían nada de raro. Shirley estaba todo el tiempo  drogada con dosis casi letales de pentotal, entonces conocido como el "suero de  la verdad", que con los años se ha probado que es un fuerte alucinógeno, y  diferentes barbitúricos, que Wilbur inyectaba a su paciente para lograr los  recuerdos falsos y las declaraciones, que incluían abusos inenarrables de parte  de su madre en la infancia, de los cuales nunca se tuvo una prueba concreta. A  Wilbur no le importaba: ya tenía su caso y comenzó a comentarlo con otros  especialistas.
Pero a fines de 1958, Shirley llegó a la oficina de Cornelia con una carta.  En ella le explicaba que "nunca había padecido de ninguna de las cosas que había  pretendido tener". "No tengo múltiples personalidades, ni siquiera tengo un  doble. Esencialmente, he mentido", decía. Nadie había abusado de ella. Shirley  dejaba muy claro que había fingido para captar la atención de su doctora, sin la  cual no podía vivir. Wilbur tenía otra opinión: la negación del abuso era,  precisamente, una señal del abuso, que su paciente trataba de esconder ahora que  creía estar mejorando. Más pentotal era necesario, y ya para ese tiempo, Shirley  pasó a depender completamente de Cornelia, quien pagaba su departamento y le  daba una mensualidad para sus gastos. La aparición de más personalidades era  cuestión de tiempo. 
En 1963, Wilbur conoció a Flora Rheta Schreiber, periodista especializada en  temas de sicología y que publicó un artículo sobre un libro de homosexualidad de  Wilbur. A falta de un "gancho" atractivo para su historia, Schreiber había  falseado la mayor parte de las características de su personaje principal, uno de  los pacientes "curados" de homosexualidad de Wilbur. La doctora quedó encantada  con este estilo y le ofreció trabajar juntas en un libro sobre Shirley. "No sin  un final feliz", le exigió la periodista, lo que significaba que Shirley debía  curarse para que la historia fuera atractiva.
Y así se lo planteó Wilbur a Mason un día de 1965: "Debes mejorarte".  Shirley, angustiada, comenzó a tomar más antidepresivos, hasta que sufrió una  sobredosis, de la que despertó completamente curada. Nunca más sus  personalidades volvieron a disociarse. El 22 de mayo de 1973 el libro salió a la  venta en Estados Unidos. 
En busca de un nuevo diagnóstico
Antes de la divulgación de esta historia, en los 70, sólo se habían reportado  unos 200 casos de personalidad múltiple en el mundo. Pocos años después, el  número subió a 44 mil. Fue por ese aumento explosivo que la enfermedad comenzó a  ser cuestionada por siquiatras de todo el mundo, que sostenían que no había  pruebas suficientes para este diagnóstico. 
Para evitarse las molestias, en la cuarta versión del DSM (de 1994) se le  cambió el nombre a la personalidad múltiple, transformándola en el "desorden de  identidad disociada". Y a pesar de que el libro de Debbie Nathan es la primera  prueba clara de que este caso fue un fraude, las evidencias cotidianas de cada  consulta ya habían hecho lo suyo. Sólo entre 1993 y 1998, las principales  organizaciones que estudiaban el desorden perdieron a cerca de la mitad de sus  adeptos. En 1998 -el mismo año en que murió Mason y pocos años después del  fallecimiento de Wilbur y Schrieber- la revista científica Disociación,  dedicada al tema, cesó su publicación y varias unidades médicas que lo  estudiaban en Canadá y EE.UU. cerraron. 
Sin embargo, pese al cuestionamiento, uno de sus más grandes críticos, el  doctor Numan Gharaibeh, dice a La Tercera que "desafortunadamente, es muy  probable que el desorden de identidad disociada se incluya como diagnóstico en  el DSM-V". El especialista 
-que ha emprendido una cruzada mundial para sacar el supuesto trastorno del  manual- agrega que su inclusión no tiene nada que ver con la ciencia: "Esto está  influenciado por intereses políticos y agendas especiales, lo que hace que  quienes desarrollan el manual enfrenten mucha presión desde diferentes frentes".  
Fuente: ( la tercera )





3 comments:
donde esta la verdad??, es tan relativa como multiple/
Que interesante !!!!
Miremos con perspectiva...La vida de un neonato, ?que remedio le toca¿, pues copiar patrones de conducta para desenvolverse en un campo que no conoce. Y si esa necesidad no tiene asiento en nadie, a lo largo de su vida de busqueda de su integridad se encontrará con personalidades o movimientos a los que idealizará o quizas copie en un autoengaño paulatino por autocomvencerse de que "YO SOY, YO SE, YO VALGO...YO SOY BUENO/NA Y SOY ADMITIDO POR EL MUNDO Y MI ANGUSTIA DESAPARECE"...
Ese es el punto creo yo origen y por tanto un solo fenomeno psicologico...LA NECESIDAD DE RECORDAR MI VERDADERA IDENTIDAD EN UN MUNDO CAMBIANTE, DESORIENTADOR, INSEGURO Y FINALMENTE FALSO EXTERNAMENTE, donde los años bien aprobechados te hacen comprender los verdaderos valores escondidos tras cada disfraz y dolor.
Solo buscamos ser felices y nos engañamos desconociendo el fundamento de nuestra naturaleza y funcionamiento. En dos palabras: Busacamos nuestro Sitio en este Universo y cada uno lo busca como cree mejor. Unos apoderando y otros colaborando.
Saludos.
LMTM
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