lunes, 10 de enero de 2011

48 horas En Budapest

Algunos de sus edificios conservan heridas de guerra y también sus aires de realeza. “La joya del Danubio” es benévola con el mochilero






VIERNES

17 HORAS El tren se detuvo. Tras 23 horas de camino desde Venecia, llegué a Budapest, ciudad del gran imperio astro-húngaro.

Mis ojos se olvidaron del cansancio al observar la estación Keleti pályaudvar, una edificación antigua de arquitectura neorrenacentista y construcciones de hierro, ladrillo y techos de cristal, a sólo 10 minutos del centro de la ciudad.

"La joya del Danubio" está dividida por ese río glorioso, inspiración de Johann Strauss. La ciudad obtuvo su nombre en 1873 cuando sus tres barrios se unificaron: Buda, el más viejo, Óbuda (Buda antigua) y Pest.

En Buda se concentraron los palacios y monumentos históricos, pero fue en Pest donde se desarrolló el comercio y actualmente es el lugar donde se realiza la mayor actividad turística y laboral.

Algunos datos antes de comenzar: a pesar de que Hungría pertenece a la Unión Europea desde 2004, su moneda oficial es el florín(Ft). Un peso mexicano equivale a 17 mil 219 florines. En algunos comercios se aceptan euros.

Llegué al hostal Maverick (www.maverickhos-tel.com) en metro. Frente a la Keleti pályaudvar está la entrada a la estación Keleti pályaudvar de la línea roja M2. Compré un boleto para un viaje sencillo sin transbordar (320 florines), y me trasladé a Astoria. El hostal se ubica en la calle Ferenciek tere 2. Una cama cuesta 2 mil 483 florines por noche en una habitación para 10 personas.

20 HORAS Hay que bajar en la estación Oktogon para ir a la plaza Lisztferenc, dedicada al compositor Ferenc (Franz) Liszt. Es un sitio de moda para ir por un trago a un bar, restaurante o terraza.

En la emblemática avenida Andrássy. A una cuadra me sedujo The Caledonia Budapest. Cocteles desde 900 florines (50 pesos). Probé el pálinka, tradicional aguardiente de frutas. Sus 40 grados de alcohol piden respeto.

 
S Á BA D O

8:20 HORAS
Después de una taza gratis de café en el hostal y unas galletas, caminé por la avenida Pesti alsó rakpart hasta el Széchenyi, el Puente de las Cadenas, el más antiguo de Budapest, sostenido por dos pilares como arcos de triunfo y custodiado por dos leones.

9:30 HORAS Llegué a las Colinas de Buda, al Bastión de los Pescadores, también Patrimonio de la Humanidad, formado por siete torres. Sus pasajes están llenos de arcos, corredores y estatuas, mientras que las cúpulas cónicas y largas escaleras encontradas muestran la influencia turca.

12 HORAS Me perdí entre las calles de Buda y sus pequeñas escalinatas, parques, calles angostas y fachadas neorrenacentistas.

Cansada por la inclinación de las colinas, llegué al Castillo de Buda o Palacio Real. La antigua residencia de los reyes de Hungría guarda la biblioteca Széchenyi, la Galería Nacional y el Museo de Historia.

14 HORAS El edificio del Mercado Central, en la Plaza F.vám, se decoró con puertas neoclásicas, techos altos y tejados verdes. Es majestuoso.

En el segundo hay longanizas, dulces, vinos y hasta libros. Yo seguí hasta el área de comida, con largas mesas en las que compartí banca con gente local. Pedí la carta y me aventuré a probar el gulyás leves, un tipo de sopa con carne estofada, muy picante; paprikás csirke, pollo con paprika, también picante y delicioso, y el pörkölt nokedlival, un guiso de carne de cerdo o ternera con ñokis (tipo de pasta), No faltó el pálinka de ciruela y melocotón. Platillos: desde 2 mil florines.

17 HORAS Sobre la avenida Andrássy se encuentra el museo Terror Háza, dedicado al fascismo y comunismo del siglo XX. Era la dependencia policiaca y aún conserva las celdas y salas de interrogatorio.

Lo ambientaron con música de terror, instrumentos de tortura, sótanos oscuros y un elevador con pantallas que se encienden repentinamente para asustar a los visitantes.

21 HORAS Al terminar la noche, fui al Spoon Café (www.spooncafe.hu), un elegante barco justo frente al Palacio Real. Por 3 mil florines disfruté de postre y café sobre el Danubio.

DOMINGO

8 HORAS
El Parlamento se visita cuando no hay sesiones y en compañía de un guía. Con su estilo neogótico, su cúpula central de más de 96 metros de altura y 88 estatuas, es uno de los más bellos del mundo. Fue inspirado en el Parlamento de Westminster en Londres.

13 HORAS En la Basílica de San Esteban se pueden congregar hasta 8 mil 500 fieles. Su nombre se debe al primer rey de Hungría, cuya mano derecha se conserva como reliquia en el altar, por la que, incluso, se hizo una guerra.

14 HORAS En la calle Liszt Ferenc Tér 2, está el restaurante Menzaetteren, un buen sitio para saborear la tradicional comida húngara, aunque afuera siempre habrá kebabs, la fast food del viajero: una especie de taco turco por 827 florines. Dónde: en Hummus Bar Kertész.

16 HORAS En la avenida Andrássy se ubica la Ópera de Budapest, de estilo neorrenacentista. Fue financiada por Francisco José I, emperador de Austria, quien puso como condición que ésta no fuese más grande que la Ópera de Viena. Hay recorridos guiados en español (http://www.opera.hu/).

18 HORAS Al final de la Andrássy y sus boutiques de lujo, encontré la Plaza de los Héroes y su obelisco de 40 metros de altura, muchas estatuas y el Museo de Bellas Artes. Luego, el Parque Városliget, junto a la plaza, uno de los primeros que se crearon en el mundo.

Atravesando el lago, en el que la gente puede remar en verano y patinar en invierno, se divisa el Castillo Vajdahunyad.

20 HORAS Hora de partir. Confieso que fue difícil ubicarme entre los sonidos de aquellas 14 vocales de la lengua húngara. Adiós Budapest

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