miércoles, 12 de enero de 2011

Mendigos 2.0: Dos vagabundos saltan a Internet

A primera vista, parecen dos más de las muchas personas sin hogar que alguna mala jugada de la vida, el alcohol, las drogas o las deudas han dejado en la calle. Llaman la atención, sin embargo, los carteles que Lyndon Owen y José Manuel Calvo tienen colocados delante de ellos en una céntrica calle de Madrid.



"Para cerveza", "para vino", "para whisky", "para resaca", rezan los ya gastados letreros de cartón. Pese al frío invernal y al ajetreo, mucha gente se detiene y sonríe. "Al menos somos sinceros", les dice entonces José Manuel. Y enseguida agrega: "¿Qué tal una moneda por haberles alegrado el día?" Pocos se resisten a dejarles alguna limosna, delante del cartel de su elección.

"Muchas gracias", dice educadamente José Manuel, para luego añadir algo que a más de uno deja perplejo: "Visiten nuestra página web". Suena a broma, pero él y su compañero tienen, efectivamente, un sitio en Internet, "www.lazybeggers.com". Allí, se autodenominan "los vagos vagabundos" y hablan de su vida en la calle. "Sé vago, sé feliz, sé tú", es su lema.

Pero la página -en inglés, español y alemán- no les sirve sólo de bitácora virtual: gracias a ella además se les puede ingresar dinero en una cuenta, "de forma segura", a través del sistema PayPal. Es algo así como limosna electrónica. "Somos mendigos del siglo XXI", explica a dpa José Manuel. Aunque confiesa que más ganan con el método tradicional. "En cinco años habremos obtenido en la web unos 1.000 euros (unos 1.300 dólares)", calcula Lyndon.

"Internet es la calle más grande que hay, pero los que la transitan al parecer no son tan generosos", bromea. En la calle de verdad, en cambio, pueden hacer unos 40 euros (52 dólares) al día. Aunque una parte del dinero se va en cerveza y vino, otra la dedican a actualizar la página web en locutorios y a comprar comida para sus dos perros.

La razón por la que el nombre del sitio está mal escrito -mendigos en inglés se dice "beggars" y no "beggers"- es simple: "El amigo que nos diseñó la página estaba tan borracho ese día que ya no era capaz de distinguir bien las letras", explican.

Pero no sólo el uso de Internet los distingue de los demás "sin techo", ya que, a diferencia de éstos, Lyndon y José Manuel viven en la calle no por necesidad, sino por propia voluntad.

Lyndon Owen es informático. Este galés de 37 años ganaba más que bien trabajando en su profesión en Londres, donde llegó a comprarse un apartamento. Pero se hartó del estrés. "Un día cogí mi mochila, cerré la puerta con llave y me largué", cuenta, mientras se prepara un cigarrillo con tabaco de liar, los brazos apoyados en un ejemplar de "The Guardian". Haciendo autostop viajó hasta Francia y luego al sur de España, siempre en busca de sol y calor.

En el banco de un parque de Granada, Lyndon, que venía de ser tratado en un hospital de la ciudad andaluza por su diabetes, conoció al que desde hace casi nueve años es su compañero en las buenas y en las malas.

José Manuel Calvo es técnico en energía solar, tiene 55 años y nació en las Islas Canarias. "En Tenerife trabajaba para una empresa que instalaba paneles solares y facturaba 600.000 euros (780.000 dólares) al año. Tenía ocho empleados a mi cargo", relata. "Pero el trabajo no me dejaba disfrutar de la vida, no era feliz". Así que un día decidió dejar atrás a su mujer y a sus dos hijos (de hoy 22 y 33 años) y comenzó a recorrer España. Hasta que se cruzó con Lyndon en las cuevas del Sacromonte, el barrio gitano que mira a la fabulosa Alhambra de Granada y que inspiró alguna de las poesías que tanto le gusta escribir a José Manuel.

Ambos no se consideran unos "sin techo", más bien unos trotamundos. Y en realidad, dicen, no son tan vagos como su página web indica. "Creo que no hay un trabajo más honrado que hacer reír a la gente", opina José Manuel. "Y es precisamente eso lo que hacemos desde las diez de la mañana hasta las diez de la noche". Lo que los hace simpáticos, dice, es que son sinceros. "No queremos dar lástima", subraya. Por eso tampoco intentan hacer creer que piden dinero para comida, ropa o medicinas.

De todas formas, con sus carteles juegan al despiste, ya que "Whisky" y "Resaca" se llaman los dos perros que los acompañan. Poseen además otros letreros, "para porros" (hachís) y "otros vicios". "Pero esos los colocamos por la noche, cuando ya no hay niños", explican. En ese momento, se acerca una turista japonesa, cámara en ristre. Cuando la chica se dispone a capturar la imagen, José Manuel saca rápidamente otro cartel. "Fotos 278 Euros", reza. La turista se ríe y les deja unas monedas, antes de seguir su camino.

Con todo, vivir en la calle no deja de ser duro, subraya Lyndon. Sobre todo en invierno, cuando hace frío. "Pero cuando miro a mi alrededor, somos más felices que muchas de las personas que dicen tener una vida acomodada", agrega. Además, opina que viajar en la forma en que ellos lo hacen les permite conocer mucho mejor los sitios a los que van -juntos han recorrido buena parte de España y visitado Portugal- y también hacer muchos amigos. Pero eso vale también para esa inmensa calle que es Internet, donde ya suman unos 600 contactos en su página de facebook. (http://www.facebook.com/LazyBeggers).

Fuente: ( el pais.cr)

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