miércoles, 29 de diciembre de 2010

El dudoso calentamiento global

Europa está soportando un invierno particularmente frío, que está haciendo colapsar rutas, aeropuertos, y en general toda la infraestructura.

Es bien sabido que los países europeos, y en especial los nórdicos, tienen equipamientos pensados para dar rápidas soluciones a este tipo de contingencias climáticas, pero todo indica que en esta oportunidad resultaron insuficientes, por la crudeza y persistencia del frío.

En lugares donde por lo general caen a lo sumo leves nevadas, como en el sur de Inglaterra, este año las previsiones fueron totalmente superadas, restringiéndose incluso la mayoría de los vuelos de cabotaje e internacionales, además de dejar aisladas a las personas en sus casas, por la extrema dificultad para utilizar los automóviles. En Alemania, el gigantesco aeropuerto de Frankfurt debió suspender numerosos vuelos, con todos los lógicos inconvenientes.

Fenómenos como este, de frío extremo, se alternan con períodos menos extremos, o a veces con fuertes calores.

Por eso, muchos analistas y científicos, insisten en afirmar que todo lo vinculado con los cambios climáticos, son temas extremadamente complejos, acerca de los cuales la ciencia no logró entender más que una mínima parte de esa fenomenología, en la que se interrelacionan innumerables factores, muchos de ellos apenas conocidos y menos aún suficientemente evaluados.

En ese contexto de más dudas que certezas, de pronósticos cataclísmicos supuestamente “inminentes” y de “Apocalipsis a la vuelta de la esquina” largamente anunciados y reiteradamente no cumplidos; es importante entender que el tema del “calentamiento global” tiene todas las características de una campaña a escala planetaria, cuyos fines últimos pueden pasar desapercibidos para el común de la gente.

Detrás de un tema aparentemente altruista y supuestamente inocente, se mueven poderosísimas influencias políticas a escala planetaria, muy fuertes y complejos intereses económicos, y grandes cambios geopolíticos que se intentan forzar, de la mano de los supuestos “consensos” que en rigor son imposiciones brutales de poderosos intereses transnacionales, impuestas bajo presiones mediáticas, políticas y económicas.

Todo el juego de acciones de diversos tipos realizadas para imponer tecnologías supuestamente limpias, que muchas veces no son lo que parecen (tal como sucede con prácticamente todas las “nuevas fuentes de energía”), suele estar asociado con los generosos subsidios que bajo presiones mediáticas y de poderosos lobbies, imponen como único medio de tornar factibles a esas muchas veces carísimas e ineficientes tecnologías –como la solar interconectada, tan en boga como de bajísimo rendimiento en Alemania-.
Lo mismo respecto a la “demonización” de actividades, como la minería, la industria celulósica (¿acaso los “ultras” de la ecología no utilizan elementos metálicos, ni el tan elemental y versátil papel?), o la “condena total” a la plantación de soja (¡justo cuando resulta muy importante para impulsar los procesos de desarrollo de potencias emergentes, como Argentina y Brasil!…¡pero debe se casual nomás! ¿Cierto…?).

Y es curioso como determinadas críticas son muy selectivas; como por ejemplo las “hondas preocupaciones” que provocan las motorizaciones de grandes sectores de población en China, India, Brasil, etc. (también sin duda Argentina), siendo llamativo como “se rasgan las vestiduras” por las consecuencias ambientales…mientras que no parecen preocupar los obsesivos derroches del mundo desarrollado, muy proclive a utilizar enormes y muy gastadores vehículos, como los irracionales Hummer (vehículos militares de grandes motores) ¡hasta transformados en absurdas limusinas!, o camiones de cuatro toneladas de carga, utilizados como autos familiares, entre otros tantos ejemplos de derroche irracional de petróleo, de las naciones poderosas.

Pero además la excusa del “calentamiento global”, no solo sirve para otorgar premios Nobel de dudosos méritos a personajes ídem, como el caso de Al Gore y toda la troupe de su claque anunciadora de Apocalipsis incumplidos; sino para dar motivos al nuevo expansionismo en busca del dominio territorial, bajo la excusa del “cuidado ambiental”; tal como desde EEUU y el G 7 se alentó para “internacionalizar” (léase usurpar) la Amazonia.

De hecho, La Patagonia también está siendo amenazada, pero allí la excusa utilizada es el indigenismo a ultranza, pretendiendo reclamos territoriales incompatibles con las estructuras nacionales de Argentina y Chile, del tipo de las fogoneadas con generosos recursos de Gran Bretaña y otras potencias del G 7. ¡Si hasta montaron una organización, con sede en la muy británica Bristol, llamada Mapuche Nation, que se inmiscuye en Argentina y Chile fomentando odios y reclamos racistas sin solución, con claros objetivos de destrucción de nuestros tejidos sociales para “fabricar” otros Estados dentro de nuestros territorios! Y parecería que nadie se da por enterado en nuestros países de Sudamérica.

¡Curioso “racismo al revés” que solo se aplica en Latinoamérica (donde la población es predominantemente de origen autóctono y mestizo), pero que prolijamente omite similar razonamiento para Norteamérica, donde “las limpiezas étnicas” de los anglosajones apenas si dejaron unos pocos descendientes de pobladores nativos, siempre relegados! ¿Acaso vio algún Senador o General o profesional reconocido, de las etnias de “los pieles rojas”?

Por otra parte, están las “inminentes catástrofes” ambientales –que en la vieja historia del mundo ocurren cíclicamente-, pero que mostradas como “culpa” de los seres humanos; sirven para distraer la atención de incautos; haciendo olvidar como supuestos “temas secundarios” al patriotismo, al desarrollo socio económico, y a la contaminación que provoca la miseria extrema, ¡la misma que ese ecologismo fundamentalista busca, al estar de hecho en contra de todo lo que implique desarrollo!

Otro “detallecito” importante es constatar como las ONGs ultra ecologistas y los militantes a sueldo o fanatizados “denuncian” nunca demostradas catástrofes ambientales de las centrales hidroeléctricas y nucleares, pero “se hacen los distraídos” cuando se trata de catástrofes concretas, del sector petrolero y gasífero, como la reciente gigantesca explosión de gas en Puebla, México, o el derrame petrolero en el Golfo de Méjico, hace pocos meses. ¡Y después pretenden negar los “esponsoreos” de las petroleras anglosajonas a las grandes ONGs “ambientalistas” del mismo origen! ¿O si no es así, por qué callan y ocultan las catástrofes producidas por esos actores energéticos? ¿Por qué nuestros ecologistas locales nunca se preocupan por la proliferación de usinas movidas a petróleo y gas, tan contaminantes y tan costosas por KWh.?

¡Es todo parte del mismo proceso de engaño a escala planetaria, montado por los que buscan la llamada “globalización salvaje”, aliada tanto del neoliberalismo, como de su contracara y asociada apátrida, el marxismo dogmático y enajenado de la realidad nacional!

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