miércoles, 22 de diciembre de 2010

Termina 2010, Año Internacional de la Diversidad Biológica

Esta sucesión de años internacionales es por sí sola una señal elocuente del papel esencial de la ciencia en la comprensión de nuestro entorno con miras al desarrollo y la paz. Denota una voluntad de la comunidad internacional de consagrarse plenamente a esos asuntos. Es muestra, por último, del papel impulsor de la UNESCO en ese proceso, en su calidad de único organismo de las Naciones Unidas especializado en las ciencias.

La UNESCO se movilizó a todo lo largo del año organizando conferencias, exposiciones itinerantes, asignando un lugar central a la diversidad biológica en sus programas, no sólo en el ámbito de las ciencias sino también de la cultura, habida cuenta de los vínculos estrechos entre la diversidad cultural y la diversidad biológica. Esos esfuerzos contribuyeron considerablemente a los resultados de la 10ª Conferencia del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP10) celebrada en Nagoya (Japón) en octubre de 2010. En ella se aprobó un nuevo plan estratégico de 10 años, así como un nuevo protocolo internacional sobre el acceso a los recursos genéticos y su aprovechamiento compartido equitativo.

Desde luego, las actividades realizadas en el marco de esos “años internacionales” marcan hitos a largo plazo y rebasan con mucho los límites fijados por el calendario. En su 185ª reunión celebrada en octubre de 2010, el Consejo Ejecutivo de la UNESCO decidió iniciar un programa ambicioso sobre la diversidad biológica, en particular mediante el fortalecimiento del Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB). Este programa pionero, iniciado a principios de los años 1970, echó los cimientos de lo que llamamos hoy día “desarrollo sostenible”. Vamos ahora a acelerar ese esfuerzo para estimular la investigación y la conservación de la diversidad biológica en las 564 reservas de biosfera presentes en 109 países en distintas partes del mundo.

La diversidad biológica es, por así decirlo, nuestro primer recurso natural, el más fundamental de todos. Contribuye a una gran cantidad de procesos que damos con demasiada frecuencia por sentados, como la calidad del aire, la regulación climática, la purificación del agua, la lucha contra los parásitos y las enfermedades, la polinización y la prevención de las erosiones. El bienestar -y la supervivencia- de los seres humanos es difícilmente concebible sin una diversidad biológica floreciente. Nuestro empeño colectivo en aras de la diversidad biológica debe proseguir.

En 2011, el Año Internacional de la Química debe aprovecharse para dar nuevo impulso a nuestra ambición en el ámbito de las ciencias, que es grande. Hay una omnipresencia de la química en nuestra vida cotidiana, en los alimentos que comemos, la ropa que llevamos, la energía que utilizamos. Como la diversidad biológica, la química forma parte de ese “entorno silencioso”, a menudo ignorado, que debemos comprender más cabalmente para orientarnos mejor.

Por iniciativa de Etiopía, las Naciones Unidas proclamaron 2011 Año Internacional de la Química y encomendaron su organización a la UNESCO. Vamos a aprovechar esta oportunidad para redoblar esfuerzos en nuestras esferas: la cooperación y la diplomacia científicas, el fortalecimiento de las capacidades de investigación de los Estados, la educación científica de calidad para todos. Por coincidir con el año del centenario de la concesión del premio Nobel de química a Marie Curie, 2011 constituye un marco ideal para rendir homenaje a la contribución de las mujeres a la ciencia y promoverla.

La ciencia en general, y la química en particular, son factores estratégicos de desarrollo. Son también poderosos instrumentos de paz, gracias a la cooperación internacional de los investigadores de todo el mundo.

Es esencial conocerlas mejor y es fundamental que reflexionemos juntos sobre la utilización que hacemos de ellas.

¿Cómo, por ejemplo, construir una química ecológica, al servicio del desarrollo sostenible? Los descubrimientos de la química pueden ayudarnos a responder a los desafíos del cambio climático mundial, a elaborar energías de sustitución. La química puede también facilitar el acceso a fuentes de agua no contaminada, perspectiva de la que depende, en más de un aspecto, la estabilidad mundial futura. La celebración del Año Internacional de la Química debe enmarcarse en el Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible (2005-2014). Debe sobre todo acelerar la adopción de decisiones y la elaboración de aplicaciones concretas en tal sentido.

¿Cómo lograr que la química sea una ciencia realmente compartida? La ciencia, la química nos atañen a todos y no deben ser propiedad exclusiva de los expertos. Es preciso mejorar y acelerar su enseñanza, formar hoy a los químicos de mañana y brindar a todos la posibilidad de comprender los procesos químicos y de medir sus repercusiones. Por allí comienza la construcción de las sociedades del conocimiento y debemos ofrecer a cada quien, niña o niño, los medios reales de formar parte integrante de ellas.

Ésos son los deseos que formulo para 2011. Este año, una vez más, mediante ciclos de conferencias, el inicio de un experimento en las escuelas a escala mundial sobre el tema del agua y un énfasis particular sobre este tema en sus programas, la UNESCO procurará hacer realidad esos deseos.

Fuente: Irina Bokova

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