sábado, 11 de junio de 2011

Humala tiene ADN boliburgués: Conoce al nuevo presidente de Perú y sus lujosos gustos

Dos Ollanta: El de 2006 y el de 2011. El que usó franela roja y el que ahora viste de paltó y camisa azul. El que planificó una revuelta contra el mandatario Alberto Fujimori y el que hoy jura sobre la biblia defender la democracia y respetar la Constitución. Humala cambió hasta de gustos: Ya no quiere parecerse a Hugo Chávez sino a Lula da Silva. El Presidente recién electo de Perú sufrió una completa transformación para poder atrapar la mitad del electorado inca en la segunda vuelta electoral que se celebró hace una semana, y en la que superó por un estrecho margen a su contrincante Keiko Fujimori.


Él mismo lo reconoce. En 2011 Humala tuvo que fabricarse un rostro nuevo, “cambiar la Hoja de ruta” y romper el sello “antisistema” con el que era conocido. Esto y su supuesta relación con el mandatario venezolano, fue lo que hizo que fracasara en su primer intento electoral en 2006, cuando quedó al borde de la Presidencia porque no pudo con Alan García.

En su primer programa de gobierno criticó el modelo neoliberal excluyente y habló de una nueva Constitución. Pero sus nuevos asesores brasileros –los mismos que le dibujaron la campaña a Lula da Silva- le impusieron una fachada más amable.

En un radical cambio de imagen Humala apareció en 2011 como un político más serio, que prefiere apegarse a su familia que a los izquierdistas, y que se fotografía, rosario en mano, con el cardenal Juan Luis Cripiani, ultraconservador Arzobispo de Lima.

Los consejeros hicieron lo suyo: Lo corrieron más al centro, le hicieron prometer una y otra vez que no buscaría la reelección y con un discurso más moderado lo convirtieron en una oferta más apetecible.

Pero la clase media y alta peruana aun desconfía. ¿Cuál es el verdadero Humala, el radical de hace cinco años o el moderado de esta última campaña? “Antes quería parecerse a Chávez y ahora quiere ser Lula”. Su temor sigue siendo el mismo: Que importe el socialismo del siglo XXI. 

Armas por urnas
Su pasado es el que más le pesa. Ollanta Moisés Humala Tasso creció bajo la sombra de su padre, Isaac, fundador e ideólogo del movimiento etnocacerista y antiguo militante comunista. En lugar de cuentos, el nuevo mandatario peruano durante su niñez solo escuchó hablar de levantamientos de esclavos contra los romanos y de marxismo.

Es el segundo de siete hermanos. Con dos de ellos mantiene una seria rivalidad, incluyendo a su padre, porque abandonó la ideología radical de tradición familiar.

Aunque le resulte incómodo asumirlo en esta nueva etapa, sus biografías dan cuenta de sus 22 años de polémico pasado militar, donde fue conocido como “comandante”.

Cuando cumplió los 20 ingresó a la escuela militar, donde participó indirectamente en la Guerra del Cenepa con Ecuador en 1995, y con más evidencia en la lucha contra la guerrilla de Sendero Luminoso. Esto último lo llevó a enfrentar una investigación judicial acusado de matar a peruanos en la zona roja, y cometer abusos contra la población civil. Por faltas de pruebas se cerró el caso, no sin antes dejar la huella de supuestos sobornos de Humala hacia los testigos del caso.

Dejó de ser un funcionario desconocido el 29 de octubre de 2000, cuando junto a su hermano Antauro, protagonizó un levantamiento militar contra el régimen de Alberto Fujimori que fue conocido como “la gesta de Locumba”. La revuelta lo llevó a la cárcel con cargos por rebelión, pero fue amnistiado ese mismo año por el gobierno de transición de Valentín Paniagua.

La acción le valió la destitución del ejército. Fue el momento entonces para empezar a pensar en las urnas, así que empezó una maestría en Ciencias Políticas en la Universidad Católica. Quiso regresar al ejército como agregado militar, y lo enviaron a Corea del Sur y Francia por la embajada peruana. En Seúl aprovechó para estudiar Derecho Internacional en La Sorbona.

Al nuevo mandatario se le vincula con un segundo golpe de Estado. Aunque su participación no está del todo esclarecida, fue su hermano Antauro el que la lideró, esta vez contra el gobierno de Alejandro Toledo. El tercero de los Humala sigue preso por ello, y enemistado con Ollanta por darle la espalda, pese a que en un principio había aprobado la acción.

Ollanta regresó a Lima en 2005 creó, junto a su esposa Nadine Heredia, el Partido Nacionalista Peruano, con el que se inscribió en las elecciones presidenciales del año siguiente. La Casa de Pizarro ya era su norte.

Pobre rico

Fanáticos de los relojes de marca exclusiva –en específico de los suizos TAG Heuer-. Posee un par valorado en tres mil 800 dólares cada uno (más de 15 millones de bolívares). Aunque ya no los usa para “evitar cuestionamientos de su patrimonio”, en más de una ocasión se dejó fotografiar con uno plateado con cronómetro de la línea Grand Carrera.

Pese a que insiste que proviene de una familia de clase media, que su ingreso mensual es de dos mil 870 soles, su fortuna es objeto de polémica, toda vez que el Instituto Internacional para Estudios Estratégicos divulgó el contenido de las computadoras del ex líder de la FARC, Raúl Reyes, en las que presuntamente se develaba que el presidente Chávez apoyaba económicamente la vida política de su compañero ideológico en Perú.

El pago de más de un millón de dólares que el gobierno venezolano le canceló a Nadine Heredia, esposa de Humala, por concepto de “asesorías”, es otro tema de los que prefiere no hablar. Esto y las imágenes de su joven pareja en tiendas exclusivas de Coco Chanel, es parte de lo que le le tocó lidiar con la prensa internacional.

Con piel de cordero o por mera estrategia política, Ollanta Humala inicia un nuevo gobierno constitucional en medio de promesas, con las que asegura no atacar a la prensa, respetar la propiedad privada, los tratados de libre comercio y la independencia del banco central. Sobre sus hombros, pesa la incógnita de ser –como lo afirman sus más duros críticos- “un lobo agazapado que lo manejan cual marioneta desde Caracas o La Habana”.

Nailibeth Parra Carvajal

Fuente: ( la verdad )

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