sábado, 17 de diciembre de 2011

Navidad Sostenible

Durante los próximos días, cada español podría emitir a la atmósfera alrededor de 530 kilos de CO2 por el mero hecho de celebrar la Navidad. En un estudio de 2007 sobre el costo en dióxido de carbono de las celebraciones navideñas, investigadores de la Universidad de York (Inglaterra) calcularon que durante unos pocos días podemos emitir hasta un 5.5% del CO2 de todo el año.



Pero incluso participando del exceso, hay maneras de limitar el impacto que generaremos al planeta en los próximos días. Incluso adoptar hábitos más verdes que perduren en las siguientes navidades. No se desanime, quizás puedas utilizar la excusa del ecologismo para sustituir por «e-cards» alguna de sus postales, esas que van para familiares o amigos.

Iluminación

Un tercio de nuestras emisiones en Navidad corresponden a la iluminación. No solo a la de nuestros hogares, sino también la parte que nos toca de la decoración municipal. La teoría, comúnmente aceptada aunque sin mucha base científica, es que las luces de Navidad en la calle estimulan el consumo. Al encenderlas antes, los ciudadanos se ven inmersos durante más días en la vorágine de compras.

La crisis ha obligado a los ayuntamientos de toda España a recortar en gran medida los presupuestos para iluminación -lo que se traduce en un menor gasto energético-, a través de la supresión de bombillas o su reemplazo por apliques LED, más eficientes y duraderos. Ya el año pasado, el gasto en kilovatios/hora del alumbrado navideño en España se redujo a prácticamente la mitad.

La ciudad de Madrid, por ejemplo, ha reducido en 600.000 bombillas su alumbrado navideño, que ahora suma 3.800.000 luces, el 85% de ellas con tecnología LED, según datos del ayuntamiento. Pese a que el consumo se ha reducido a la mitad desde 2009, organizaciones como Ecologistas en Acción demandan una mayor restricción horaria.

Un informe del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE, 2007) recomendaba que el alumbrado navideño tuviera lugar del 15 de diciembre al 6 de enero y en horario limitado. Este año Madrid encendió las luces el 25 de noviembre y brillarán, en total, 232 horas de luz durante 44 noches. La media española está en 197 horas de luz, según el estudio que desde hace unos años realiza Adeces (Asociación Pro Derechos Civiles, Económicos y Sociales), cuya recomendación es de 135 horas y una semana de antelación en el encendido.

Existen también otras alternativas. En Dúrcal, Granada, son partidarios de una política más keynesiana: lo que estimula el consumo es tener dinero para gastar. Por ello, en una especie de micro Plan E navideño, han suprimido la iluminación y en su lugar han ofrecido a 20 ciudadanos un trabajo temporal. Durante 15 días, harán tareas de mantenimiento en el pueblo a cambio de 700 euros.

Alimentación

La comida en Navidad sólo supone un 4% de nuestras emisiones individuales. Aún así, es posible cuidar el medio ambiente seleccionando alimentos locales y que no estén amenazados. Aunque la carne conlleva unas emisiones 9 veces mayores que el pescado (ya que incluyen la alimentación y emisiones por metano de la especie), quizá este sea un buen momento para gastar un poco más de dinero y (al menos) adquirir carne de procedencia ecológica.

De acuerdo con la Guía de consumo responsable del pescado, elaborada por WWF, para aquellos que no viven cerca de la costa y obtienen su pescado y marisco del supermercado, es recomendable buscar en el paquete el sello MSC, «que garantiza la pesca responsable».
Entre las especies en peligro están algunos clásicos de la cena de Nochevieja como el langostino, el besugo, el pez espada o el rodaballo, aunque se admite como sostenible un buen rodaballo gallego de crianza, especialmente al horno o con almejas.

Entre las opciones más ecológicas para consumir están los berberechos, el marisco de concha (almejas, mejillones, percebes, navajas u ostras), el centollo o la nécora. Entre los pescados se recomienda la sardina, la trucha arcoíris o el bacalao de Islandia, cuya pesca está más controlada, al contrario que el bacalao del norte o el que procede del Báltico.

En cuanto a las campanadas, opte por la tradicional uva blanca, de la variedad Aledo cultivada en el Valle del Vinalopó y de recolección tardía. Fresca, a granel. Renuncie (en la medida de lo posible) a esas uvas enlatadas por mucho que no haya que pelarlas.

Decoración

El abeto -natural o de plástico- convive junto al portal de Belén como símbolo de identificación navideña en los hogares españoles. Según Ecologistas en Acción, en España se compran cada año cerca de 1.700.000 abetos, de los que la mayor parte no sobrevive.

Para aquellos que optan por, o pueden permitirse meter en su domicilio, un abeto natural, existen iniciativas como la de la Escuela de Ingenieros de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid, que desde 1959 vende abetos de Navidad (de tres especies: rojo, del Cáucaso y Masjoan) y ofrecen recomendaciones sobre cómo darles un fin digno, bien llevándolos a un vivero, bien entregándolos a un organismo que los replante o convierta en abono.

Igualmente ocurre con las flores de Pascua, que pierden su vistoso color pasadas estas fechas y desaparecen como víctimas de una escabechina botánica. Con los cuidados de riego y luz adecuados, la Poinsettia puede aguantar hasta las próximas navidades y volver a engalanarse.

Dentro de casa, se recomienda encarecidamente no utilizar especies como el acebo (al borde de la extinción y por tanto prohibido por ley) o musgo natural, tradicionalmente utilizado para decorar el Belén. El musgo, dicen los ecologistas, «es un elemento básico en la formación y conservación de los suelos y en la germinación de semillas».

Los árboles y adornos de plástico tienen la ventaja de que pueden ser (y de hecho son) reutilizados año tras año tras año, aunque en su elaboración y envasado se utilizan tanto subproductos del petróleo (plástico) como polímeros tóxicos (policloruro de vinilo o PVC). Es decir, cero por ciento biodegradable. Y luego están esos muñecos colgantes de Papá Noel, en cuya aplicación (por razones ecológicas y estéticas) se recomienda prudencia.

Viajes

Aproximadamente un 15% de nuestro impacto navideño sobre el planeta lo causamos en nuestros desplazamientos, algo inevitable por otro lado. Sin embargo, el método de transporte seleccionado puede marcar una gran diferencia.

A modo orientativo, y tomando como unidad de medida un viajero que se desplaza de Madrid a Barcelona para pasar las fiestas con su familia, si este viajero toma un tren, emitirá ocho kilos de CO2, tres gramos de material particulado y 25 gramos de óxidos de nitrógeno -todo ello según las estimaciones del Instituto Alemán para la Energía-. En cambio, si viaja en coche emitirá 68 kilos de CO2, 23 gramos de material particulado y 340 de óxidos de nitrógeno. Por último, si toma un avión: 93 kilos de CO2, ocho de material particulado y 338 de óxidos de nitrógeno. Por cortesía hacia el pasajero, hemos incluido las emisiones del transporte a Barajas y desde Sants.

Y, por supuesto, es conveniente utilizar el transporte público no sólo en aquellas ocasiones en que haya ingesta de alcohol de por medio. Cuando salga a comprar regalos, lleve sus propias bolsas, así ahorrará doblemente.

Regalos

Prácticamente cada parte del regalo, desde la distribución al envoltorio, produce emisiones. Aún así, existen grandes diferencias entre unos y otros en función de la cantidad de plásticos que utilicen o si necesita electricidad o pilas. La consultora británica IDC estudió en un informe el impacto ecológico de algunos regalos. Una consola educativa de juguete (de esas con botones de colores que emiten, por ejemplo, distintos sonidos de animales de granja) produce 93 kilos de CO2 frente a los 62 kilos de un robot de cocina o los 31 de un iPod.

En el apartado de menor impacto están los juegos de mesa (un Trivial Pursuit tiene una huella de 21 kilos de CO2), las joyas (un collar de oro, 18 kilos de CO2) y paradójicamente, en el último lugar de la tabla, un regalo obtenido a base de talar un árbol: el libro. De tres a ocho kilos de dióxido de carbono, dependiendo de la edición, si es de bolsillo o de tapa dura.

Las compras y regalos constituyen nuestra mayor fuente de emisiones de CO2 navideñas, un 48%. En cualquier caso, sea cual sea nuestra elección, la reducción total de emisiones durante la Navidad será imposible en España mientras los Reyes Magos sigan trayendo carbón a los niños malos.

Fuente: ( ABC.es )

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