domingo, 12 de junio de 2016

¿Cuáles son los dolores más comunes ?

El dolor ha sido explorado, estudiado y pensado desde campos tan diferentes como la filosofía, la psicología y la medicina. La constante, en general, suele ser la misma: nadie quiere sentirlo, y quien lo hace, se queja.
¿Cuáles son los dolores más comunes en el país?
Parte de la concepción de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP por sus siglas en inglés) podría estar dentro del campo filosófico: “El dolor es siempre subjetivo”, dicen, pero esto no impide que pueda ser un fenómeno medible y estudiable por la ciencia.
En términos de duración, la medicina considera que el dolor puede dividirse en dos categorías distintas: el agudo, que es puntual y suele estar relacionado a una lesión particular, y el crónico, que es recurrente y se extiende sobre periodos de meses. Aunque otras fuentes consideran clasificaciones distintas, la IASP estipula que debe ser de más de tres meses de duración para considerarse como crónico.
Con información del 2014 y publicado el año pasado, la más reciente investigación de la Asociación colombiana para el estudio del dolor (ACED, el capítulo colombiano del grupo internacional) analizó la prevalencia de este tipo de dolor sobre el país, su impacto en la vida de las personas y la forma como es tratado.
El estudio, ejecutado por Datexco y analizado por las anestesiólogas Aura Marixa Guerrero María Patricia Gómez, reunió información de 1.583 personas de 11 ciudades del país.
Entre los múltiples resultados llamativos (ver recuadro) están que el 46 % de las personas afirmó sufrir un dolor crónico —de más de tres meses de duración—; que el 41 % reportó una intensidad severa y el 39 % moderada; y que el 30 % aseveró no haber recibido algún tipo de tratamiento para este.
¿Dónde le duele a la gente?
La localización del dolor crónico de los encuestados (ver recuadro) es en su mayoría osteomuscular (64.5%), a la que le siguen craneofacial (23.3 %), abdominal (7.8 %), en pecho y tórax (3.3 %) y otros, con menores porcentajes.
“La prevalencia del dolor osteomuscular en ese grupo de edades (más del 50 % de los encuestados tenía más de 46 años de edad) en nuestro país es similar al resto del mundo”, dice el Dr. Alejandro Upegui, médico anestesiólogo y coordinador de la especialización en anestesiología de la UPB. Añade que sumada a la edad las razones pueden estar asociadas a un estilo de vida sedentario y a que este tipo de dolores van aislando a las personas de forma progresiva: “como me duele no camino, como me duele no hago ejercicio, etcétera”, explica.
Las principales características del dolor crónico colombiano son que se incrementa al moverse o realizar actividad física (63.7 %), que es punzante (52.5 %) y que se siente como algún tipo de presión (50.5 %). Y, si bien el 94.5 % de la gente dijo que su tratamiento para este era a base de medicamentos, porcentajes considerables de personas afirmaron recurrir a remedios caseros (45.5 %) y medicinas alternativas (29.7 %) para aliviar su dolor.
Si partimos de que los medicamentos son efectivos, ¿por qué los tratamientos adicionales?
Para el Dr. Emilio Esteban González, jefe del servicio de oncología médica del Hospital Universitario Central de Asturias, en España, aunque el tema no es preocupante porque la mayoría de la gente recurre a los medicamentos, “que el 50 % busque otras alternativas puede indicar que no han sido bien diagnosticados, o que falta información para tratar adecuadamente el dolor”.
González, especializado en oncología y que se encuentra en la ciudad para un foro médico sobre el uso de opioides para tratar el dolor crónico, añade que según la causa del dolor su prevalencia es distinta. “En el crónico de origen oncológico )cánceres, tumores, masas), por ejemplo, es muy alta”.
Con eso en mente, tratamientos como la fisioterapia no deben ser vistos como una alternativa, sino un complemento de la medicación.
Upegui añade que “muchos pacientes terminan su visita por dolor donde el médico general”, cuando en ocasiones puede ser necesario un especialista. “Esa condición de tratamientos múltiples puede obedecer a malos manejos del servicio médico”, dice.
Otro de los resultados del estudio que llama la atención es el 30 % que dijo no haber recibido tratamiento alguno. Para considerar, la investigación recopiló el 48 % de sus datos de un estrato socioeconómico bajo, el 45 % del medio y el 7 % del alto.
Al respecto, el Dr. Juan Pablo Vargas, director médico en Colombia de Mundipharma, aseveró que el problema con el dolor crónico en el país es la dificultad en el acceso a los medicamentos para manejarlo.
Por otra parte, Upegui consideró que “cuando se evalúan las dificultades en los procesos en atención en salud hay tres elementos para definir por qué no se recibe la atención adecuada: el desconocimiento frente a que se debe consultar, las dificultades en condiciones económicas o de desplazamiento par asistir a una consulta y que no se le preste la atención necesaria o adecuada. Una persona con menores posibilidades económicas podría tener dificultades en cualquiera de las tres”.
Otras consideraciones
El dolor tiene un componente emocional. El último apartado de la investigación analizó cómo este dolor afectaba distintas esferas de la vida de las personas. En él se pidió a los encuestados que calificaran de uno a cinco (uno: nada, cinco: mucho) este aspecto.
El trabajo fue el campo más perjudicado por el dolor (tanto agudo como crónico), donde el 34.8 % respondió que el grado de afectación estaba entre cuatro y cinco. Entre quienes lo sufren de forma crónica, el 32.5 % dijo haber estado incapacitado alguna vez por la problemática en cuestión, y en ese grupo el 72.7 % indicó que esa incapacidad había sido de 1 a 10 días de trabajo.
Otros aspectos como el emocional o las horas de sueño también se vieron afectados, donde el 34.1 % y el 33.3 % (respectivamente) de las personas dijeron que había sido afectado de forma muy importante o importante.
Las menos afectadas en esta materia fueron la vida sexual y el autocuidado.
“Diferentes estudios indican que el dolor no controlado tiene una connotación negativa en la calidad de vida de un paciente, y no le permite desarrollar sus actividades de forma óptima”, refiere González.
Para Upegui, el asunto podría ir más allá, pues hablar de que la sexualidad se vea afectada puede generar resistencia. Si bien “un porcentaje importante de la población está en una edad donde estas otras esferas vienen en declive, hace falta mirarlas con profundidad”.
¿Por qué estudiar el dolor?
Desde el 2004 la Organización Mundial de la Salud (OMS) apoya el 17 de octubre como el día mundial contra el dolor, una celebración que busca destacar la necesidad de encontrar alivio para el sufrimiento de enfermedades como el cáncer o el Sida.
En esa ocasión Harald Breivik, presidente del capítulo europeo de la IASP, dijo que: “El dolor crónico es uno de los problemas de salud más subestimados en el mundo de hoy pese a que tiene consecuencias serias en la calidad de vida de quienes lo padecen, y a que supone una carga importante en los sistemas de salud del mundo occidental”.
“La mayoría de la gente que sufre dolor vive en países de ingresos bajos o medianos donde cada día aumenta más la carga fiscal causada por enfermedades crónicas”, acotó también Catherine Le Galès-Camus, subdirectora de la División de Enfermedades Mentales y no Transmisibles de la OMS.
En efecto, cifras como las del ausentismo laboral por dolor crónico atañen no solo las preocupaciones médicas sino también las de los gobiernos y empresas. Sumado a esto, la importancia del autocuidado en esta materia (y su baja afectación por el dolor) puede ser relevante para cualquiera.
Upegui, aunque cuestionó que la investigación fuera realizada sobre resultados reunidos de forma telefónica, en un tiempo corto y sin antecedentes de las personas llamadas, aseveró que el volumen analizado permite validarla, y que un análisis de este tipo tiene un impacto considerable. En sus palabras, debe servir para construir guías sobre el manejo del dolor y una mejora significativa en el tema, en especial cuando “el 80 % de la consulta médica normal es por dolor”.
Vargas destaca la importancia de la educación, formación y divulgación en este aspecto. “Por ejemplo, los analgésicos comunes, que se pueden conseguir en cualquier estantería de supermercado, no sirven para el tratamiento adecuado del dolor crónico, las personas no deberían tomar durante más de cinco o seis días estos medicamentos. Y, sin embargo, lo hacen”.
Los expertos destacan la importancia de asuntos como el autocuidado, un diagnóstico adecuado y evitar a toda costa la automedicación.
Especializado en pacientes con cáncer, donde el dolor crónico es un asunto con componentes transversales que pasan por lo físico, lo psicológico y lo químico, agrega: “Con solamente un cambio podemos mejorar sustancialmente diferentes aspectos de la calidad de vida del paciente, ayudándole de nuevo a relacionarse con la sociedad y recuperar su dignidad. El dolor puede tener, día a día, una repercusión en quienes somos”.

Fuente: El Colombiano

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