domingo, 26 de junio de 2016

¿Y si fuera posible bajar la temperatura de una ciudad gracias a sus vecinos?

  • Un grupo de ciudadanos de Sevilla se han unido en la Red Sevilla por el Clima para lograr que el veranillo sevillano tenga al menos 3 grados centígrados menos de calor.
¿Y si fuera posible bajar la temperatura de una ciudad gracias a sus vecinos?
Dos turistas se protegen del sol con una guía turística de la ciudad de Sevilla. Foto de archivo


¿Es posible bajar voluntariamente la temperatura de una ciudad?. Los miembros de 'Red Sevilla por el clima' creen que sí, y por eso han presentado una serie de propuestas, como aumentar la vegetación en las azoteas de la capital hispalense.
Parece una entelequia, pero un grupo de ciudadanos de Sevilla se han unido en la citada red, que quiere lograr, como fin último que el veranillo sevillano tenga al menos 3 grados centígrados menos de calor, para lo que es imprescindible, eso sí, la colaboración de los vecinos con la ayuda de las administraciones.
Francisco Oñate, uno de los promotores de la iniciativa, ha explicado a Efe que se trata de un grupo abierto de personas que se han organizado con el propósito de informar, concienciar y proponer actuaciones concretas, sobre todo ante la necesidad de que la capital hispalense “afronte lo relacionado con el cambio climático”.
Durante la Expo’92 se consiguió bajar tres grados la temperatura media durante el verano en el recinto de la Isla de la Cartuja, y el propósito ahora es conseguir este mismo objetivo, pero en toda la ciudad de Sevilla”, ha señalado Oñate, que ha destacado que esto lo quieren conseguir “personas a título individual que se han apuntado para lograrlo”.
El método es tan sencillo como complicado, y consiste en poner en marcha la iniciativa denominada “azoteas vivas”, con la que se pretende revegetar el mayor numero posible de azoteas de la ciudad, convirtiendo toda la ciudad de Sevilla en una gran Isla de la Cartuja de 1992, “lo que activará la búsqueda de soluciones desde lo local a un desafío, el cambio climático, que tiene una naturaleza global”.
No es fácil ni económico, por lo que Oñate señala que se ha presentado la idea ante el Ayuntamiento de la capital hispalense, “y queremos también que haya empresa privadas que lo patrocinen, se haga una convocatoria pública, y conseguir la ayuda necesaria para sacarlo adelante”.
La motivación, para los promotores, es diversa: “veranos cada vez más prolongados con temperaturas muy por encima de lo habitual ya desde abril y hasta bien entrado el mes de octubre, la disminución de las precipitaciones y la contaminación atmosférica inciden negativamente en la calidad de vida de la población sevillana y en la de sus visitantes”.
Por eso, en una ciudad en la que el turismo es un pilar económico fundamental, “tener a los turistas sufriendo bajo el sol mientras hacen largas colas a la entrada de los principales monumentos da una imagen muy negativa de la ciudad”, con lo que están convencidos de que se pueden bajar unos grados la temperatura, así como generar más zonas con sombra vegetal, como se hizo en la Expo”.
La Red Sevilla por el Clima se suma así a otras muchas iniciativas y movimientos que vienen demostrando en los últimos años que los impactos del cambio climático preocupan ya a millones de personas de todo el mundo.
Obviamente, para este verano ya será imposible, pero los ideólogos de este proyecto quieren presentar el proyecto el proyecto en otoño, “ir por las juntas municipales de distrito de la ciudad y elaborar una especie de reglamento, realizar toda la difusión posible y ver las líneas de ayuda a las que podrían acceder las personas interesadas en participar”.
Las líneas de actuación serán diversas, y dentro del trabajo que queda por delante “queremos dar asesoramiento a los ciudadanos, porque tenemos técnicos suficientes que aportamos de forma voluntaria“, y como primer paso en el calendario, el próximo septiembre se quieren organizar “unas jornadas muy potentes” en las que queremos informar a todas las personas posibles para comenzar a trabajar cuanto antes. 

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