domingo, 12 de junio de 2016

Aprender a invertir en Bolsa: los 5 mitos que hay que conocer

Para aquellos que comienzan a dar sus primeros pasos en las finanzas, los mercados aparecen como un mundo que les es ajeno, con reglas propias y arbitrarias. “La Bolsa sólo es para ricos y economistas”, “Todo lo que baja, vuelve a subir” y “Hay que dejar de lado las emociones…” Son frases que se escuchan todos los días en la plaza bursátil.
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  1. Invertir en la Bolsa es una “timba”

Seguramente es la frase más escuchada por aquellos que quieren comenzar a ganar dinero a partir de la compra de acciones.
No hay nada más alejado de la realidad. La diferencia entre las acciones y el casino, es que éste se basa en una regla de suma cero, donde el ganador obtiene sus ganancias a partir de las pérdidas del otro. No hay un margen para crear valor en lo que se obtiene a partir del juego. Nada tiene que ver esto con los mercados, donde uno compra porque ve que algo está barato y espera lograr sus ganancias en el largo plazo. En el mercado hay una relación de oferta y demanda que hace variar el precio y que es, consecuentemente, lo que hace que uno gane o pierda.
“La Bolsa es un casino al revés”, afirma Guillermo López Dumrauf, consultor económico y financiero, y autor del libro: “Finanzas corporativas, un enfoque latinoamericano”. “Si usted va todos los días al casino, puede que gane algunos días, pero a la larga, acabará perdiendo todo su capital: las probabilidades están a favor del casino”, señala.
“En cambio, en la Bolsa, la situación es justamente al revés: invirtiendo en una cartera diversificada, como es un índice de acciones (no en una sola acción, ya que si esa compañía va a la quiebra usted también acabaría perdiendo todo) y reinvirtiendo las ganancias en él, la evidencia empírica demuestra que a largo plazo la Bolsa recompensa al inversor paciente”, explica Dumrauf y aclara: “Lógicamente, usted debe tener varios años por delante, y no estar urgido de liquidar su inversión en el corto o mediano plazo”.
Desde 1925 hasta 2012, el índice S&P 500 dejó una ganancia anual de entre 10% y 12%. “El secreto es invertir en una cartera diversificada y esperar”, dice Dumrauf.
Muchas veces, aquellos que no tienen una sólida cultura financiera, comparan las subas y bajas de los valores de una acción con un juego de azar. Aunque la Bolsa resulte muchas veces muy difícil de prevenir, no hay nada en ella que sea 100% aleatorio. Son procesos vinculados por un lado al valor de un  activo y por otro, a la percepción que la gente tiene de ese valor.

Para Gustavo Neffa, la razón de la asociación entre “timba” y mercado de valores, está vinculada a que: “muchos creen que a la Bolsa se accede para multiplicar y especular. Hay mucha diferencia entre aquellos que invierten sus ahorros para hacer dinero rápido y los que estudian el terreno antes de hacer una inversión”.
  1. Comprar con el rumor, vender con la noticia

Es un clásico de los mercados, y para los que viven de las finanzas, es la “ley primera”. Los activos logran incorporar paulatinamente las expectativas sobre un determinado evento y reaccionan en consecuencia, ajustando los precios a medida que crecen las expectativas sobre el evento en cuestión. Finalmente, cuando éste se produce, los operadores desarman posiciones y se revierte  el impacto sobre los precios.
Esta dinámica suele ser muy confusa para los inversores inexpertos, que terminan desorientados cuando los precios reaccionan de manera exactamente opuesta a lo que sería de esperarse en base a las informaciones o trascendidos que se conocieron sobre una empresa.
Un típico ejemplo de esto ocurrió en los últimos años cuando Blackberry hizo el lanzamiento de su modelo Blackberry 10. Luego del anuncio de su lanzamiento a principio de este año, la expectativa hizo crecer el valor de las acciones de su compañía. Dos meses después, cuando el modelo finalmente salió al mercado, muchos analistas de tecnología anunciaron que el estreno careció de brillo y las acciones de esta firma cayeron un 8%.
  1. “Sell in may and go away” (Venda en mayo y váyase)

Hay que saber cuándo comprar y en qué momento vender. Los que operan en Bolsa conocen esta premisa: “sell in may and go away”, o “vender en mayo e irse”. Aunque pueda parecer mítica, tiene su base en las estadísticas y no sólo repercute en lo que sucede en Wall Street, sino que también impacta en los mercados de todo el mundo.
Si se analiza la evolución de los mercados en los últimos 60 años, puede verse que las acciones tienen un mejor desempeño entre noviembre y abril y que reducen su valor desde mayo y hasta octubre.
Desde 1953, el  índice Dow Jones obtuvo todas sus ganancias entre el 1 de noviembre y el 30 de abril. Una inversión de US$ 10.000, hecha en 1950, y que se mantuvo durante esos meses, hasta el día de hoy, alcanzó los US$ 527.388, al tiempo que hubiese tenido una caída de US$ 474 si se hubiera realizado entre mayo a octubre.
Esto, que en Wall Street se conoce también como, “Indicador de Haloween”, ya que el periodo más atractivo del mercado comienza luego de la tradicional fiesta de Noche de Brujas. Aunque muchas veces fue atribuido a la superstición y excluido de los contenidos académicos, quienes  conocen los mercados afirman que esta tendencia está muy lejos del plano mítico.
En 2002, Bourman y Jacobsen realizaron un análisis en los mercados de 37 países. Llegaron a la conclusión de que la estacionalidad positiva desde noviembre a abril se cumplía en 36 de los mercados estudiados. Además, observaron que la tendencia era la misma desde el siglo XXVII y que era mucho más fuerte en los mercados europeos.
Aunque la tendencia parecía ser sólida, entre el 30 de abril y el 30 de octubre de 2009, el índice FTSE100, que es publicado por el Financial Times y que incluye los 100 principales valores de la bolsa de Londres, creció en un 20%.
Entre noviembre de 2009 y abril de 2010, el índice subió 1,295 puntos (13,30%) y en los seis meses posteriores subió 109 unidades, un poco menos del 1%. Un comportamiento parecido se observó al año siguiente, cuando registró un crecimiento del 14%.
El analista Guy Lerner, autor del blog The Technical Take, calculó las rentabilidades del S&P 500 desde el 61 con la estrategia de comprar el 30 de octubre y vender el 30 de abril. Esto se tradujo en 975 puntos (más que los 830 puntos de adquirir y mantener todo el año), y logró realizar un 74% de transacciones ganadoras.
Si hubiera ingresado en mayo y salido en octubre habría perdido 157 puntos, a pesar de que en 31 de las 48 operaciones se obtuvo rendimiento positivo.
  1. El volumen marca tendencia

El volumen negociado, o la cantidad de acciones compradas y vendidas de una empresa generalmente puede alertar al inversor sobre cómo seguirá la cotización de las mismas. Un volumen alto indica un interés muy fuerte de una gran cantidad de inversores, mientras que si el volumen es bajo hay muchos inversores que están al margen, esperando para tomar una decisión.
Un volumen es alto o bajo en relación al que ha tenido ese mercado en el pasado reciente. Un millón de acciones, por ejemplo, puede ser un volumen muy bajo para una empresa y altísimo para otra.  Antes de tomar una decisión al respecto, siempre hay que mirar en el gráfico de cada mercado qué volumen ha tenido en el pasado y comparar.
“Los que viven del mercado buscan constantemente el rumor”, explica Gustavo Neffa. “Un indicador para ver si ese rumor será cierto es el volumen que tiene determinada acción. Si tiene un mayor volumen, quiere decir que una mayor cantidad de actores está convalidando determinada trayectoria”, dice.
Cuanto más grande es el volumen, más seguro será el activo negociado. Cualquier movimiento de los precios al alza o a la baja -con un volumen relativamente alto- es visto como un movimiento más relevante que un movimiento de precios del mismo tipo con un volumen débil. Por lo tanto, si queremos buscar grandes movimientos de los precios, también debemos examinar el volumen que se encuentra detrás de éstos.
El volumen está en relación con la tendencia. Por ejemplo, si el mercado se encuentra en una tendencia alcista, pero los días de negociación anteriores han tenido volúmenes más bajos, ello es una señal de que la tendencia está comenzando a perder su rumbo y de que puede terminar pronto.
  1. Para tener mayor rentabilidad hay que aumentar el riesgo

Muchas veces escuchamos esta frase como un dogma: si se quieren obtener mayores ganancias, entonces hay que redoblar la apuesta. “No hay rentabilidad para los conservadores”, parecería ser el mensaje.
Sin embargo, ¿esto es así? “Esto no es un mito”, aclara Neffa. “Es el principio de las finanzas modernas. Si se espera mayor rentabilidad y mayor retorno, sin dudas hay que aumentar la inversión”, dice.
Algunos  productos implican más riesgo que otros. “La creencia es que si hacemos una inversión que representa un riesgo, esa acción debería compensarnos. Acá la evidencia está también a favor. Por ejemplo, los que invirtieron de forma conservadora, como son los bonos del Tesoro de Estados Unidos, desde 1925 hasta 2012 ganaron un 5% anual en dólares”, señala Dumrauf. “Pero los que apostaron por empresas pequeñas o con un alto nivel de volatilidad, tuvieron un rendimiento cercano al 12%.”
Cuanto mayor el riesgo de una inversión, mayor tendrá que ser su rentabilidad potencial para que sea atractiva a los inversores. Cada inversor tiene que decidir el nivel de riesgo que está dispuesto a asumir en busca de rentabilidades mayores.
“En periodos largos de tiempo, el riesgo no tiene incidencia para las inversiones”, afirma el consultor. “Cuando se produjo el quiebre de la Bolsa de Nueva York en 2008, con una caída del 40%, los que venían invirtiendo desde hace más de veinte años, no sintieron tanto el impacto”, dice.

Los mitos que alimentan al mercado local

La idiosincrasia de los inversores puede ir variando a los largo de los continentes, incluso a lo largo de los países, pero lo que no varía es que en cada mercado de capitales o Bolsa los mitos son una de las características comunes que encontramos durante el proceso de ejecución de distintas estrategias de inversión.

La Bolsa argentina no es la excepción.

Uno de los mitos más fuertes que envuelve al mercado argentino es el de “comprar con la noticia y vender con el rumor”. Y puedo dar fe de que es así de cierto. Uno de los ejemplos que más recuerdo fue por el año 2002, cuando comencé a desarrollar mi tarea profesional en la Bolsa. En ese momento la acción de Perez Companc comenzó a subir fuertemente por un rumor de venta de los activos, el que finalmente se concretó a manos de Petrobras Brasil y la acción petrolera perteneciente al empresario argentino cayó más de un 20% en dos ruedas.
En el mismo sentido, hubo otro hecho muy claro. Durante la presidencia de Néstor Kirchner, en reiteradas ocasiones se manifestaba el rumor de que el ministro de Economía Roberto Lavagna renunciaría a su cargo por una mala relación con el presidente. Cuando el rumor aparecía, los bonos caían con fuerza, pero cuando finalmente se concretó la salida del ex ministro, el primer impacto fue de un fuerte cimbronazo en las cotizaciones, pero luego los bonos se recuperaron con fuerza. La frase más escuchada era: “el mercado ya descontó lo peor en los precios de los bonos”.
En mis reuniones habituales con amigos, siempre tengo la misma discusión con algunos de ellos que me señalan que “la Bolsa es una timba”. Luego de la gran estafa que los grandes bancos hicieron en 2008 con la crisis de Estados Unidos, los argumentos para defender esta posición se han debilitado. Mi respuesta es la siguiente: “es probable que en el corto plazo la volatilidad se haya incrementado y todo parece ser un casino, pero si uno invierte en una empresa con fundamentos económicos sólidos, los resultados de largo plazo nos despejarán la duda en torno a que la Bolsa es una timba”. Cuando a principios de 2009, la Bolsa argentina estaba en un piso nunca antes visto medido en dólares, muchas empresas cotizantes no reflejaban su verdadero valor a través de sus precios en Bolsa. Efectivamente, para quien compró confiando en una recuperación, pudo obtener retornos superiores al 100% cuando el mercado se estabilizó.
Desde el punto de vista de un inversor un poco más sofisticado, existen dos mitos que más bien deberíamos llamarlos realidades: “para tener mayor rentabilidad hay que aumentar el riesgo” y “el volumen marca tendencia”.
En el primer caso es una cuestión lógica. No puede existir un activo que ofrezca un mayor retorno esperado que otro y que tenga menor riesgo para el inversor. Si esto ocurriera, todos los inversores irían a comprar el activo de menor riesgo y harían bajar inmediatamente el retorno esperado asociado a ese activo. La relación riesgo-retorno es siempre directa en materia de inversiones.
En el segundo caso, en torno al volumen, la Bolsa argentina tiene una particularidad. Al ser un mercado de baja escala, pequeño, se pueden producir subas o bajas muy pronunciadas en el precio de una acción sin registrarse una gran cantidad de operaciones en ella. Si éste es el caso, desconfíe sobre una tendencia en los próximos días para ese activo. Es importante que para consolidar una dirección en el precio de un activo, sobre todo argentino, que la misma esté acompañada por un fuerte volumen operado.
Finalmente, el “sell in may and go away” para la Bolsa estadounidense los acomodaría a un “compre en diciembre y venda en enero” para la Bolsa local. Históricamente diciembre  es un mes muy bueno para la Bolsa en general, pero durante la última semana de ese mes podemos ver que muchos inversores se desprenden de sus acciones por cuestiones impositivas (produciendo alguna baja) y luego las recompran en enero (produciendo una suba de los precios). Si usted es un inversor oportunista, quizás comprar en diciembre y vender en enero le redituará mucho más para una inversión de corto plazo.
Fuente:IG DIGITAL

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