domingo, 27 de marzo de 2011

El secreto de la longevidad

Un nuevo libro, basado en una investigación que duró 80 años, revela las claves para llegar a viejos y sin achaques. El trabajo derrumba muchos mitos como, por ejemplo, que los optimistas viven más




¿Qué se debe hacer para tener una vida sana y duradera? La primera idea que cualquiera recomendaría es la de relajarse, gozar al máximo cada minuto y no trabajar tanto. Sin embargo, The Longevity Project, el más amplio estudio hecho hasta hoy sobre el tema, refuta estas ideas y arroja nuevas y sorprendentes conclusiones. Howard S. Friedman y Leslie R. Martin, autores del trabajo, acaban de publicar un libro con las conclusiones de esta investigación exhaustiva, que recoge información del estilo de vida de más de 1.500 personas en los últimos 80 años. La conclusión más reveladora es que las personas prudentes y persistentes viven más que los optimistas y quienes se toman la vida de manera más relajada.
Friedman y Martin retomaron un proyecto que empezó en 1921 Lewis Terman, un reconocido profesor de la Universidad de Stanford. El estudio consistió en recopilar información personal de 1.500 individuos desde su infancia para establecer qué factores incidían de manera significativa en su esperanza de vida. Para obtener una visión más real y acertada, al continuar el proyecto los psicólogos incluyeron nuevas variables de análisis, como el historial familiar y afectivo, el nivel de educación y el éxito laboral. Los resultados son asombrosos.

Aunque es un poco raro pensar que las personas parcas y con poco sentido del humor
alcanzan la felicidad y la longevidad, la idea no es tan descabellada si se tiene en cuenta que aquellos con estos rasgos de personalidad se ven involucrados en menos situaciones de riesgo. Según Friedman, "estos individuos son menos propensos a fumar, tomar alcohol en exceso, ingerir drogas o manejar un carro a toda velocidad. Por el contrario, son juiciosos, siguen las normas, no toman riesgos y obedecen a su médico o a sus superiores". Adicionalmente, gracias a la planificación y organización que llevan en su vida diaria, estas personas son más acertadas a la hora de conseguir buenas amistades y trabajos estables. Mientras que quienes son más eufóricos y jocosos crean desde la infancia una personalidad muy relajada, y no son lo suficientemente precavidos con su salud ni con sus responsabilidades.

Este tipo de actitudes frente a la vida se adquieren durante la niñez pues en esta etapa los individuos sientan las bases para desarrollar su personalidad y descubrir sus intereses y gustos particulares. "Por esa razón, este periodo es fundamental para predecir el futuro estado de salud y riesgo de mortalidad de la persona", señaló a SEMANA Leslie Martin, coautora del estudio.

Otro mito que se desmoronó con esta investigación es que trabajar menos no asegura una vida larga y saludable. Aquellos que están más involucrados, comprometidos y rinden más en su trabajo viven más años que las personas relajadas y poco constantes. Esto se debe a que estas personas tienen un nivel de motivación muy alto y esto las lleva a acumular éxito en sus carreras. De otra parte, aquellos que siempre tienen en mente que las cosas les van a salir bien, es decir los optimistas extremos, pueden llegar a correr más peligros, porque tienen exceso de confianza.

En cuanto a las relaciones afectivas, el estudio demostró que aquellos que se sienten más queridos y protegidos tienen un mayor sentido del bienestar, pero eso no les ayuda a vivir más años. Para tener el beneficio de una vida larga no solo hay que recibir, sino también dar. "Ser solidario con los demás es más importante para la salud que ser el centro de atención. Quienes están más rodeados de gente y trabajan en equipo viven más, según nuestra investigación", señaló Friedman. Los expertos encontraron, además, que el matrimonio puede ser bueno para la salud de los hombres, pero no tanto para la de las mujeres. De hecho, según las estadísticas del estudio, un tercio de los divorciados viven menos de 70 años y quienes se casan y tienen un matrimonio sólido sobrepasan ese rango de edad. Esto ocurre porque ellos dependen más de su esposa en el plano afectivo y físico, mientras que ellas tienen más amistades en las cuales se apoyan al momento de una ruptura amorosa o de la muerte de su pareja. Un hombre que se queda viudo a los 60 años, por ejemplo, no tiene quién le prepare la comida, le lave y planche la ropa, y si sufre de una enfermedad, la soledad y la depresión pueden ser aún peores. Curiosamente, los que nunca se casan sobreviven a los que se casaron por segunda vez o a quienes se separaron, pero no viven más que los que tuvieron ese matrimonio feliz y estable.

Otro de los mitos desmentidos por Friedman y Martin es que para vivir más debe evitarse al máximo sentir estrés. Según la investigación, una pequeña dosis de preocupación al día es necesaria para tener aspiraciones en la vida. Los autores citan ejemplos de personas preocupadas y un tanto neuróticas que lograron sobrevivir situaciones difíciles debido a ese rasgo. Por otra parte, hacer una rutina de ejercicio desmedida o estar obsesionado con una dieta podrían quitarle algunos kilos de encima, pero no le va a dar más años. Lo que ellos recomiendan, basados en los resultados de su trabajo, es hacer actividad física moderada y de forma regular, como por ejemplo, nadar, sacar a caminar al perro y montar en bicicleta. Como dice Martin, "lo más importante para llegar a viejos es que cada persona se enfoque en cultivar mejores relaciones con los demás, trabajar con dedicación y mantenerse activo todo el tiempo".


Fuente: ( Semana )

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