domingo, 20 de noviembre de 2011

Los jardines elevados esconden los escombros

Para los arquitectos, tener una casa sostenible como ésta, en Las Rozas (Madrid), no requiere grandes gastos. Lo esencial es la orientación y el diseño. Y mimar cada detalle. Por ejemplo, con los restos de la caldera de biomasa alimentan el huerto




Ala casa que se han diseñado los arquitectos Silvia Méndez Vigo y Gerardo Macarrón en Las Rozas, Madrid, no le falta detalle sostenible. En primer lugar, con los restos de su caldera de biomasa alimentan el huerto. El terreno está distribuido en distintos niveles y plagado de árboles frutales que esconden, bajo sus raíces, los restos de la construcción para reducir la huella ecológica. Además, la entrada a la casa es una gran recta de parking ecológico –con cuadrículas de hierba– para «alterar lo menos posible el nivel freático del suelo y aportar frescor», explican los dos socios, directores del Arquimac. 

Como todas las casas sostenibles, restar el menor espacio al terreno es clave. Por esta razón, Macarrón se aseguró de reservar terreno para una posible futura ampliación de la casa, así como de «devolver a la tierra la superficie verde que la obra ha restado al terreno a través de las cubiertas vegetales». Terrazas que, además de aislar térmicamente, se autoriegan, ya que funcionan como un aljibe que recoge el agua de lluvia y que por el principio de capilaridad vuelve a subir cuando la tierra en la que se enraízan lo solicita.

Asimismo, el conjunto arquitectónico se trata de dos construcciones contiguas, la de ellos y el hermano de Gerardo, levantadas sobre una única parcela que comparten zonas comunes con un único saneamiento y una única acometida eléctrica para mayor nivel bioclimático.

Gerardo insiste en que «tener una casa sostenible no requiere grandes gastos, lo fundamental es la orientación y el diseño». Ellos lo han plasmado en varios elementos: grandes ventanales, cuatro lucernarios, dos patios, norte y sur, y el sistema de ventilación creado por Macarrón, patentado e instalado ya en dos casas.

Bombillas de bajo consumo

Su inventor explica que se trata de «captar aire desde la fachada Norte, en sombra y rodeada de vegetación y hacerle circular durante 20 minutos por el interior de unos conductos instalados en el interior de los muros de hormigón del sótano. El recorrido de los conductos es suficiente para que el aire capte el frescor de la tierra y la humedad de la solera. La impulsión de aire se fuerza con un ventilador activado por medio de un termostato que al mismo tiempo abre las ventanas de los lucernarios de cubierta. Así, se genera una corriente continua en el interior de la vivienda: por un lado se introduce aire fresco desde las zonas inferiores y, por otro, el sobrecalentamiento se expulsa desde las zonas superiores».

Por su parte, Silvia recuerda que hay un mito con las bombillas de bajo consumo, «en zonas de paso. Este tipo de dispositivos generan más gasto energético si las colocas en zonas de paso y estás continuamente encendiéndolas y apagándolas, con la intención, errónea, de que así ahorras más». Con esta filosofía, las lámparas con las que adorna los diversos rincones del jardín son solares. 

Fuente: ( la razon.es )

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