domingo, 13 de febrero de 2011

Ginseng, frutas de Buda y azufaifa para las resacas del Año Nuevo Lunar Chino

Aunque la tradición confucionista invita a la moderación con el alcohol, lo cierto es que los licores de arroz y sorgo riegan los banquetes del Año Nuevo Lunar chino y para paliar su resaca, la medicina tradicional ofrece remedios milenarios como el ginseng, las frutas de Buda, la azufaifa o la raíz de kudzu.

"La fruta de Buda sirve para la resaca y para mejorar las enfermedades de garganta. La raíz, y más aún la flor, del kudzu se usan mezcladas con otras plantas para la alcoholemia y sus efectos", explica la farmacéutica Zhang detrás del mostrador de la botica Salón de Hierbas de los Dioses, en el centro de Pekín.

Múltiples propiedades se le suponen a la fruta de Buda (Siraitia grosvenorii), también llamada de la Longevidad por mejorar la diabetes, reducir la presión y la obesidad e incluso promover la iluminación espiritual.

La raíz de kudzu (Pueraria lobata), considerada una de las 50 hierbas básicas de la medicina china desde hace 2.000 años, intriga hoy a los científicos de la Universidad de Harvard por sus propiedades, quizás anti-cancerígenas, después de que la rastrera planta invasora asolara varios estados desde Florida a Illinois.

Su infusión, mezclada con la de azufaifa (Zizyphus jujuba), tiene poderes anti-inflamatorios, desintoxica el hígado y cura la migraña, aseguran los médicos chinos.

La mayoría de remedios chinos contra los efectos del etanol, los banquetes y la falta de sueño están destinados a eliminar el elemento "fuego" del hígado, por lo que es frecuente que muchas de las recetas contengan también jengibre y ajo.

"Después del Año Nuevo, lo que más vendemos es fruta de Buda", prosigue Zhang, "porque en este tiempo la gente sufre más desequilibrio por los excesos. También la azufaifa es muy demandada, porque ayuda a dormir".

Otra pócima para desintoxicar el hígado es la infusión de raíz de loto, mezclada con malta de cebada o azúcar sin refinar.

Si la sensación de mareo, náuseas, migraña, sequedad de boca y zumbido de oídos persisten, nada como una reconstituyente tisana de ginseng y regaliz para aliviar el malestar general.

Al té de clavo amargo, o té Kuding, que crece en la provincia de Sichuan, se le suponen beneficios contra la migraña, la presión arterial, el resfriado y las intoxicaciones.

Si estas pócimas fallan, las pastillas Huoxiang Zhengqi, de jengibre, azufaifa, raíz de regaliz y piel de mandarina, se pueden encontrar en cualquier farmacia china por menos de un euro, ya que el alcohol causa estragos entre ese 10 por ciento de chinos que carece de la enzima aldehído deshidrogenasa procesadora del etanol.

Los vestigios del consumo de alcohol se remontan en China hasta hace 7.000 años, como parte de festividades y ocasiones como las bodas, en las que se consumían alcoholes medicinales hechos de pimienta y hojas de ciprés, símbolos de riqueza, salud y longevidad.

Asociado con la poesía, el arte y los rituales, al famoso poeta Li Bai (701-762) se le conocía como "el santo del alcohol" por su afición a la botella, mientras que todavía hoy es frecuente que los brindis se realicen hacia el cielo y hacia la tierra por respeto a los dioses de la naturaleza y de la fertilidad.

Cuentan los historiadores que el rey Zhou se sumergía durante la dinastía Shang (1600-1046 a.C.) en una piscina llena de vino y mujeres, excesos que llevaron a su reinado hasta el desastre, de manera que su sucesor decidió promulgar la abstinencia.

Una abstinencia que, entre festejos, cenas de negocios en las que para establecer la confianza se vacían las copas al grito de "gan bei" (vaso seco), y supuestos usos medicinales, ha fracasado hasta convertir a China en el mayor consumidor de alcohol del mundo.

Según la firma de estudios de mercado Datamonitor, la segunda potencia económica consumió 47.000 millones de litros de alcohol en 2009, una cuantía que se espera aumente hasta los 61.000 millones en 2014 gracias a que cada vez son más las chinas que consumen vino con la creencia de que mejora su salud y la belleza de la piel.

Los vinos fermentados como el Huang Jiu, o vino amarillo, obtenido del trigo o del arroz y con un 20 por ciento de etanol, o los licores destilados de arroz glutinoso, trigo, cebada, mijo o sorgo, como el Bai Jiu (licor blanco) o el Shao Jiu (licor quemado), con hasta un 54 por ciento de etanol, son básicos en el festejo.

El alcohol no sólo se consume para alegrar el fin de año, sino también para emborrachar al dios de la Cocina vertiendo licor en la puerta si la familia tiene algo que esconder cuando éste sube a los cielos para informar sobre el "karma" de los mortales.

Marga Zambrana ( EFE )

LO MAS LEIDO