domingo, 20 de febrero de 2011

La herencia purépecha salta a la humanidad

Juanita tiene pocos años que aprendió a hablar español. Estudió con más ánimo cuando supo que había sido elegida embajadora de México para viajar a París y cocinarles a los representantes de la UNESCO en 2009



Tiene 57 años. Juanita Bravo ya no se acuerda cuándo aprendió a cocinar, sólo la vez que su abuela le pidió que fuera a buscar el nixtamal al molino para hacer las gorditas.Su especialidad son las atapacuas, con ésas ha ganado varias veces el primer lugar en el Encuentro de Cocina Tradicional que se hace cada año en Uruapan, Michoacán.

Las atapacuas son un caldo que se hace de verduras o carne y se mezcla con masa de maíz.

Juanita tiene pocos años que aprendió a hablar español. Estudió con más ánimo cuando supo que había sido elegida embajadora de México para viajar a París y cocinarles a los representantes de la UNESCO en 2009. Gracias a este primer intento, nuestra gastronomía ya es reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Estamos en su casa, en el pueblo de Angahuan. Si tocas a su puerta y quieres comer, ella te preparará un guisadito. Es fácil de encontrarla, el pueblo es pequeño y todos saben dónde vive.

Para nosotros cocina gorditas de maíz azul, rellenas de frijoles rancheros. Nos sirve agua de chía y sopa de calabaza. “Y todavía falta el postre”, nos grita desde su cocina decorada con lozas de barro pintadas a mano. Entonces nos animamos a probar su calabaza en dulce y el atole de pascua, tradición de Semana Santa.

Juanita pronto tendrá su restaurante. Estará ubicado antes de subir al centro turístico de Angahuan. Su menú tendrá sólo platillos de la cocina tradicional michoacana. Una comida como la de hoy cuesta 50 pesos por persona.

Lugar de reunión
Antes de regresar a Uruapan, visitamos el pueblo de Zacán. Vamos a conocer una huatapera (“lugar de reunión” en purépecha), la de la Inmaculada Concepción de María. Las huataperas son capillas que se caracterizan por tener artesones, estructuras de madera que se colocan separadas del techo y están policromadas con temas religiosos. El de esta capilla, que data de 1857, muestra las etapas del Rosario. Las pinturas son obra de indígenas purépechas que combinaron símbolos de su sincretismo, como el de pintarle listones rojos a la Virgen María para señalar su embarazo.

El camino de regreso a Uruapan es flanqueado por árboles de aguacate, el oro verde de Michoacán. En eso escuchamos un murmullo. Es nuestro guía que canta en purépecha. Dice que es la canción de la buena suerte, que nos desea que volvamos pronto.


Fuente: ( El Universal.mx )

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