sábado, 9 de octubre de 2010

El miedo y la incertidumbre regresan al pueblo de Kolontár

Ajka (Hungría), 9 oct (EFE).- Los altavoces de Policía a las seis de la mañana, informando de que el pueblo estaba siendo desalojado, han devuelto hoy a los vecinos de Kolontár a la pesadilla que vivieron el lunes, cuando una oleada de lodo tóxico arrasó esta pequeña aldea del suroeste de Hungría.

Ante la aparición de nuevas grietas en la balsa de una empresa metalúrgica que el lunes se abrió y provocó el vertido, las autoridades magiares decidieron anoche evacuar a la población: en una hora, los lugareños tuvieron que preparar una maleta con 20 kilos de peso y fueron realojados en un centro deportivo y dos escuelas de la ciudad de Ajka.

"Tenemos miedo", confesó a Efe Szilvia Magdi, vecina del cercano pueblo de Devecser, que aunque no ha sido aún desalojado, se encuentra en estado de alerta por si fuera preciso hacerlo.

Magdi ha sido una de las vecinas que no ha querido esperar para salir de la zona de riesgo con sus cinco hijos.

Pese a que en la ciudad de Ajka las autoridades crearon espacios como para alojar a unas 300 personas, apenas 17 decidieron quedarse en el centro deportivo y la mayoría de desplazados se han refugiado en casas de amigos o parientes.

Mónika Baranyi ya fue trasladada el lunes, cuando la avalancha de un millón de metros cúbicos de lodos tóxicos se escapó de la balsa e inundó su casa en Kolontár.

Justo hoy quería volver a la aldea para recoger sus pertenencias, pero no ha podido hacerlo ya que el acceso al pueblo está vedado.

"Es muy doloroso ver las calles de Kolontár", relató esta madre de dos hijos. "El lunes al mediodía teníamos una vida y por la tarde ya lo habíamos perdido todo", añadió.

A punto de echarse a llorar, agradeció toda la ayuda que recibieron "de todo el mundo que nos ayudó".

La emoción de gratitud por la solidaridad recibida se transformó en rabia cuando se refirió a la falta de atención por parte de las autoridades el mismo día de la tragedia.

"Por mucho tiempo no vino nadie a ayudarnos, mientras esperábamos encima de la mesa" para evitar el contacto con el lodo tóxico que había penetrado en la vivienda, explicó.

"¿Dónde estaban los policías, los bomberos y las unidades de rescate?", preguntó con enfado, y recordó que los primeros que llegaron para prestar ayuda fueron vecinos del pueblo.

La noticia del desalojo del pueblo y del renovado peligro de desastre ha aumentado la presión sobre unos vecinos ya hundidos.

En el pabellón deportivo de Ajke, un grupo de sicólogos voluntarios trata de paliar el trauma de los lugareños.

Sarolt Szegletes, una de estas especialistas, explicó a Efe que muchos de los afectados "ahora es cuando se dan cuenta de cómo es la situación".

En los primeros días trabajaron voluntariamente en la reconstrucción de Kolontár, pero ahora perdieron lo último que les motivaba, agregó Szegletes.

"Muchos de ellos se quedan sentados y no hacen nada", explicó la psicóloga, quién advirtió de que los efectos sicológicos durarán un tiempo.

Georg von Habsburg, nieto del último emperador austro-húngaro y presidente de la Cruz Roja local, resaltó en declaraciones a Efe la incertidumbre de los vecinos sobre su futuro, e insistió en la importancia de las donaciones económicas para garantizar que "cuando aquí acabe el riesgo, puedan decidir qué van a hacer".

Muchos de los vecinos lo tienen claro: Kolontár ya no es en un lugar para vivir.

"A esa casa no volveré porque en cualquier momento puede pasar de nuevo. Sólo volvería si me aseguran que el aire y la tierra están tan limpios como para poder vivir", aseguró József Lengyel, empleado de la misma empresa origen del desastre. EFE

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