martes, 6 de agosto de 2013

En Lérida hacen de la basura su energía

Lérida esconde la sede de una pequeña empresa centrada en servicios medioambientales y que ha comenzado a generar energía verde. Una compañía que cubre toda la cadena de la gestión y el tratamiento integral de los residuos, desde su recogida hasta su transformación, actividad que da empleo actualmente a 240 personas y que permite facturar cerca de 30 millones anuales.
 
 
 
Pero esto no fue siempre así. “Mi abuelo, Josep Griñó Solé, se dedicaba al transporte por carretera; por aquella época, hablamos de 1933, utilizaba carros tirados por animales, pero hace 41 años mi padre, Francesc Griñó Batlle, tuvo la visión de especializarse y empezó a ofrecer servicios con valor añadido”, repasa el hoy presidente y consejero delegado del grupo, Juan Griñó, “centrándose en los residuos, principalmente de la construcción y del sector industrial. Vio que su transformación debía hacerse de forma diferente”.
 
Tras esta segunda fase, llegó la tercera y actual generación familiar, la que amplió “el negocio con la recogida y tratamiento de residuos y, después, con la generación de energía, para cubrir toda la cadena de valor”.
 
Es en esta actividad de transformar los residuos en combustible en la que tienen ahora puesta todas sus ilusiones. La idea de utilizar los residuos para la generación de energía verde –diésel sintético– surgió hace seis años.
 
Hace seis años surgió la idea de utilizar los residuos para generar energía
 
Llegaron a un acuerdo con el propietario de la patente y ellos están haciendo el desarrollo industrial de esta novedosa tecnología que hace posible un producto que cumple los requisitos para ser utilizado por motores de automoción, sin necesidad de mezclas con otros combustibles.
 
“Ya se está generando en la planta de Constantí, en Tarragona. Ahora estamos afinando la calidad y terminando las homologaciones. El objetivo es utilizarlo para nuestra propia flota y vender los excedentes a otras compañías, no dirigirnos al consumidor individual”.
El proyecto cuenta con el apoyo de LIFE, algo que llena de orgullo a los responsables de la empresa, ya que este programa europeo suele financiar proyectos públicos; sin embargo, en este caso ha primado su consideración estratégica pese a ser una iniciativa privada. Mas su presidente admite que la fortaleza de la empresa está en su servicio de recogida de residuos y posterior tratamiento, las actividades centrales del grupo.
 
Para el transporte, disponen de una red logística compuesta por más de 5.000 contenedores de diferentes capacidades, aplican I+D en el diseño de contenedores especiales y cuentan con unos 130 vehículos. A esto se añade que crearon una unidad de limpiezas industriales especializadas y transporte de residuos líquidos, para dar respuesta a las necesidades específicas de ciertas empresas.
 
La cotización en el MAB les ha dado visibilidad y credibilidad financiera
 
Para el tratamiento, disponen actualmente de seis plantas que logran transformar el 80% de todos los residuos que recogen, tanto en peso como por tipo. En todos esos centros se busca el máximo aprovechamiento de los materiales para su reutilización como materia prima en otros procesos de producción, y aquellos que no se pueden aprovechar se valorizan energéticamente para la posible generación del mencionado diésel sintético.
 
Precisamente el desarrollo de este combustible verde y la construcción de nuevas plantas de tratamiento fueron los dos proyectos que llevaron a la compañía a decidir salir al mercado destinado a pequeñas empresas en expansión, el MAB.
 
Cotiza el 100% del capital, aunque solo el 6% está en manos ajenas a la familia Griñó. “Nosotros buscábamos más capital, pero no queríamos que entrara dinero a cualquier precio”, explican.
 
Su salida al mercado, a finales de julio de 2011, y sus primeros pasos coincidieron con el estallido de la crisis griega, los problemas de credibilidad del euro o la marcha atrás de la OPV de Loterías del Estado, lo que desdibujó mucho su precio objetivo, recuerdan en la compañía, así que “a quienes nos ponían excesivo descuento no le dimos entrada. Entró menos capital, pero el que está valora realmente nuestro negocio”.
 
Califica de interesante estos dos años de cotización, ya que “nos ha dado gran visibilidad, pero sobre todo mucha credibilidad a nivel internacional y tranquilidad a las entidades financieras, a las que no se les escapa la gran cantidad de requisitos que tenemos que cumplir al estar en Bolsa”.
 
La crisis, efectivamente, les ha pasado factura, y si en 2011 ingresaron 30 millones de euros, en 2012 no superaron los 27 millones. Para este año la previsión es repetir esa cifra, pero “con mejores resultados”, apunta el presidente de esta empresa, que tiene actualmente 240 personas en plantilla.

La esperanza latina

La empresa recicla los residuos orgánicos para producir abono. /
Tomaron la decisión de salir al exterior hace tres años, cuando la crisis en España obligaba a diversificarse y buscar el crecimiento fuera. “Apostamos por Latinoamérica y creo que no nos equivocamos. Allí está todo por hacer y hay grandes perspectivas de crecimiento”, asegura Griñó.

El primer pie lo pusieron en Argentina, país donde ganaron sendos contratos para la construcción de dos plantas de tratamiento y transformación de residuos urbanos, unos proyectos que les están permitiendo tantear otros mercados como Chile, Uruguay, Brasil “y quizá Costa Rica”, señala. “Con gran potencial de crecimiento”, añade.
A cierre del año 2012 el 11% de la facturación se debía al negocio internacional, cifra que esperan que alcance el 20% este ejercicio.

Datos básicos

Juan Griñó, presidente y consejero delegado, es la tercera generación de esta empresa familiar que cotiza en Bolsa. /
 
Fortalezas
La empresa cree que su mejor baza para competir con las grandes compañías del sector –los gigantes de la construcción también juegan en este negocio– está en que utilizan tecnología punta y están especializados geográficamente: Cataluña, Aragón, Valencia y Madrid. En esta última ciudad llevan dos años presentes tras ganar el concurso para tratar los residuos de Ifema, el recinto ferial de la capital.

Negocio
En su cartera de clientes hay desde ayuntamientos, consejos comarcales o diputaciones hasta grandes empresas químicas, petroleras o cementeras, sin olvidarnos de Ecoembes, el organismo que gestiona el contenedor amarillo.

Energía
Para la compañía, la puesta en marcha del proyecto DieselR ha supuesto poder mostrar al mercado los frutos del esfuerzo de su equipo en su apuesta por la I+D+i. Tienen ya en funcionamiento la planta de DieselR de Tarragona, que transforma residuos en este combustible sintético y está operando en continuo, tanto con residuos de hidrocarburos y aceites minerales usados como con CSR (combustible sólido recuperado) proveniente del tratamiento de desperdicios industriales y residuo sólido urbano.


Fuente: Cinco Dias

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