jueves, 7 de octubre de 2010

En defensa de los animales

La inadvertencia casi aberrante de que todos los seres tenemos derecho a la vida, conduce de manera inexorable a la destrucción de la fauna, de la flora, y de los propios seres humanos. La falsa premisa de creernos dueños de todo lo que habita sobre el planeta y, por ende, de erigirnos en demiurgos de un universo llevado al desequilibrio por la mano criminal de hombre, ha traído como consecuencia la extinción de especies únicas que eran parte fundamental de nuestra biodiversidad. De manera particular se observa un absurdo ensañamiento en contra de los animales, a los que erróneamente consideramos inferiores, sometiéndoseles muchas veces a crueldades dignas de mentes perversas, atroces, que deberían llevarnos a una profunda reflexión y a la vez a la acción, para así tomar medidas y detener de una vez por todas tanto desvarío.

El comercio de animales domésticos se ha convertido en nuestra sociedad en un negocio rentable, pero por cuya vía se cometen a diario los más grandes y viles desafueros en contra de ellos. Cachorros de perros -por citar un solo caso- encerrados en pequeñas jaulas, o amarrados por el cuello sin atención y sin alimento, bajo el sol y con el peor de los tratos, tendría por fuerza que llamar nuestra atención para hacernos solidarios y convertirnos en agentes para el cambio. Cuando deliberadamente participamos en la compra y venta de mascotas, en esa misma proporción ayudamos al crecimiento del negocio y a que se perpetúen las prácticas perversas en contra de estos seres inocentes. Contrariamente, el estar ganados a la práctica de la adopción de mascotas nos hace más humanos y les posibilita a los animales desvalidos -echados a la vida por la ausencia de control de la natalidad o por la irresponsabilidad de terceros-, el tener una nueva familia y pasar a disfrutar del cuidado, así como de un trato digno por parte de quienes -de seguro- los amarán para siempre.

Afortunadamente, así como existen personas que maltratan a los animales de la calle y a los que tienen en sus casas, también hay quienes se dan a la tarea de propinarles cuidados y de abrirles las puertas de diversas organizaciones para que puedan ser rescatados de sus captores (maltratadores), y ser entregados a otros que sí los van a apreciar y a insertar en el seno de sus familias para que tengan una existencia feliz. Contrariamente a lo que se piensa, la piedad que tengamos por los animales nos aleja cualitativamente de la condición de irracionales, y nos acerca a una necesaria "hominización" de nuestras acciones (bajarnos de las ramas como diría Edgar Morin), que nos hará seres ganados a la trascendencia y al amor.

El animal acecha por instinto, mientras que las personas "razonamos" en torno a nuestras acciones y hacemos de ellas actos deliberados, medidos, con fines y propósitos determinados. Viejas tradiciones "culturales" como las peleas de gallos o las corridas de toros, entre otras perversiones (animales maltratados en los circos y en los bioterios, o mutilados en los laboratorios de universidades y de institutos científicos), deberían ser puestas ya en tela de juicio y abandonadas, a la luz de una nueva conciencia planetaria, que busca devolvernos a nuestra condición de homo sapiens.

La defensa de los animales (y de toda la biodiversidad) tendría que ser, por la fuerza de las circunstancias actuales, el derrotero a seguir en medio de un mundo en entropía, que busca con afán un equilibrio biótico como garantía de la supervivencia de las especies y del planeta, único lugar posible.
RICARDO GIL OTAIZA |  EL UNIVERSAL

1 comments:

Excelente publicacion, mas exacta imposible.
Cuan equivocados vivimos, comprando mascotas como accesorios, juguetes y teniendo en nuestras casas animales q no podemos cuidar, Hace poco me senti muy culpable, por mantener en mi casa una mascota comprada y que no era apta para interactuar con mi hijito menor, la mascota estaba enferma, fue maltratada por mi hijito, porque El no sabia como jugar con ella, esta no tuvo el reposo requerido y fallecio..hoy me siento culpable, por no haberme hecho sentir mas, en frente de mi marido

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