viernes, 27 de mayo de 2011

¿Internacionalizar la Amazonia?

La situación de la Amazonia viene siendo motivo de creciente preocupación. Su estado influye sobre el clima de todo el planeta y posee la más alta biodiversidad de la Tierra. El bosque tropical más extenso del mundo tiene 7 millones de kilómetros cuadrados aunque ha perdido por culpa de los incendios y la deforestación una quinta parte de su superficie original. Brasil y Perú (con las mayores porciones) seguidos por Colombia, Bolivia, Ecuador, y la adyacente región de Venezuela y las Guayanas son los países encargados de preservarlo evitando su degradación.



¿Ejercen los países amazónicos una soberanía responsable?
A pesar de los compromisos y las repetidas aseveraciones en sentido contrario la respuesta es un rotundo no. Un ejercicio responsable de la soberanía debería tomar en cuenta de forma conjunta la sustentabilidad de su propio desarrollo y la del medio ambiente compartido.

La situación es particularmente grave en Brasil cuyo Congreso acaba de aprobar una reforma del Código Forestal que amplía las áreas de uso agropecuario susceptibles de tala y, en general, una flexibilización de las normas medioambientales. Según fuentes oficiales, el pasado mes de abril la Amazonia brasileña sufrió un aumento de la deforestación de un 27 por ciento, en relación con el mismo periodo del año pasado. El dato ha puesto en estado de alerta al ejecutivo y la presidenta Dilma Rousseff ha movilizado al ejército después de convocar un "gabinete de crisis".

Esta respuesta es un parche momentáneo y obedece en no poca medida a la preocupación por la mala imagen internacional que podría suponer para la presidenta Rousseff que, acusada en el pasado de ser poco sensible a los temas ambientales en detrimento de las grandes obras de infraestructuras, había hecho promesas para defender las riquezas naturales del país. La presencia militar puede ser un medio puntual de combatir los actuales excesos. Sin embargo, el despliegue del ejército brasileño no identifica los problemas reales.

Ya la nueva Estrategia Nacional de Defensa, sancionada hace tres años por el ex presidente Luiz Lula da Silva, destacaba de forma desmesurada como principal hipótesis de conflicto una eventual invasión de la Amazonia. Brasil ha venido reforzando su presencia militar bajo la supuesta amenaza de un conflicto bélico. A ello responde el Operativo Amazonia 2011 que ayuda a los militares a desarrollar nuevos métodos en las áreas de logística y comunicaciones. Mejora el adiestramiento de las tres fuerzas para actuar en forma coordinada y eficaz en conflictos convencionales en la selva. Pero con ser útil, el incremento unilateral de los recursos y personal militar no es la solución para los desafíos de la Amazonia.

También se constata una ausencia de políticas claras en Perú. Los planes de ambos candidatos presidenciales, Keiko Fujimori y Ollanta Humala, respecto a la Amazonia son muy generales y sólo han generado escepticismo.

Se impone limitar la soberanía
El principio de soberanía territorial es - todavía - un pilar fundamental del orden internacional. No obstante, la gestión global mediante la soberanía es hoy un sistema caduco.

Los intentos de internacionalizar el control de la Amazonia son conocidos desde hace años. Es cierto que pueden llevar a instituir sistemas de regulación en el uso de recursos naturales bajo jurisdicción de países periféricos. Por lo tanto es comprensible el recelo de éstos ante lo que consideran un atentado a su soberanía territorial, principio defendido precisamente por los países más poderosos. 

No sería justo ni viable en estos momentos exigir una cesión completa de soberanía. Pero al igual que el resto del mundo, Iberoamérica se encuentra en un proceso de integración lo que implica cesión de derechos.

Existe un Parlamento Amazónico de carácter permanente e integrado por representantes de los parlamentos de los países que comparten la Amazonia electos democráticamente. Es un pequeño paso en la dirección acertada, si bien sería más eficiente no limitándose exclusivamente a la denuncia de agresiones 'imperialistas' externas. 

Recientemente Colombia fue sede de la cumbre de los países amazónicos donde se actualizaron los compromisos de los ocho países que comparten este enorme espacio. Colombia ha hecho de su experiencia adquirida en la lucha contra el narcotráfico y la guerrilla, una herramienta de política exterior entrenando a militares y policías de otros países y diseñando modelos de combate al narcotráfico. En temas ambientales, firmará con Perú un acuerdo para preservar la selva amazónica e invitará a Brasil a sumarse.

Una auténtica voluntad política iberoamericana debe convertir a la Amazonia en una macrorregión transfronteriza con atribuciones y competencias propias cedidas por los gobiernos nacionales. En ella se podrán desarrollar con el mayor rigor las oportunas tareas para combatir el deterioro ecológico y proteger a las comunidades nativas. Además, se coordinará mejor la lucha contra las guerrillas, al tiempo que se intercambian experiencias en el entrenamiento de militares y policías y se refuerza la defensa contra abusos de multinacionales extranjeras como los ocurridos en Ecuador. En este marco, y siempre con un carácter multilateral e instrumental, la presencia militar conjunta de los distintos países amazónicos cobra su verdadero sentido.

Una respuesta supranacional es la solución a los retos planteados por la principal cuestión geopolítica continental y mundial. Una vía que ha de contar con el apoyo de la comunidad internacional - gobiernos y ONG- así como de la ONU mientras no exista una autoridad global sobre el clima. Un proyecto común iberoamericano, en el que los diferentes estados amazónicos cooperan y velan de forma recíproca para garantizar la preservación del pulmón verde de la humanidad.


Fuente: ( ateneadigital )

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