domingo, 15 de mayo de 2016

Neumáticos desechados: más de los que el mercado del reciclaje puede absorber

Los neumáticos son reciclables, pero este reciclaje no absorbe toda la demanda, por lo que muchos quedan abandonados en campas con un riesgo evidente: el fuego.

Vista del incendio producido en el cementerio de neumáticos de Seseña (Toledo).EFE/Ismael Herrero


.Los neumáticos son reciclables. Miles y miles se desechan cada año y se "valorizan" para convertirse en un componente del asfalto de carreteras o de las pistas de atletismo. Pero este reciclaje no absorbe toda la demanda, por lo que muchos quedan abandonados en campas con un riesgo evidente: el fuego.
Una montaña de ellos se ha quemado hoy en Seseña (Toledo), en un incendio que ha provocado una nube negra que se ha podido ver desde Madrid capital y que ha provocado el desalojo de alguna urbanización cercana.
Habitualmente, los neumáticos se almacenan en vertederos controlados, donde se depositan después de recogerlos en los talleres, según explica a Efe el portavoz del Seprona de la Guardia Civil, Salvador Ortega.
Cuando un conductor cambia las ruedas de su coche en un taller, paga una tasa (aproximadamente de un euro y medio por cada rueda) en concepto de reciclaje.
Una cantidad que sirve para sufragar los gastos de la empresa que los recoge en el taller y los lleva hasta un vertedero legal, que en general tiene una vinculación con lo que se denomina “fábrica de valorización”.
Allí se retiran las partes metálicas, que se funden y se utilizan como materia prima en un segundo uso, mientras que el caucho de las ruedas se tritura y se vende a una fábrica de asfaltos, ya que puede servir de componente para un asfaltado más gomoso y que absorbe mejor el ruido, lo que también redunda en una disminución del consumo de combustible de los vehículos.
También se usa ese caucho reciclado para la fabricación del tartán, con el que se hacen las pistas de atletismo.
No obstante, hay un exceso de oferta de ruedas, como recuerda el portavoz del Seprona, y la demanda no puede absorberlas.
Por eso, los neumáticos mal gestionados suelen abandonarse en campas, con el consiguiente riesgo de incendio -a pesar de que no arden con facilidad- y, en ese caso, la generación de una nube de humo tóxico, como la que se ha generado hoy.
Asimismo, su degradación se produce en forma de líquidos plásticos contaminantes, si bien el proceso es muy lento, recuerda Ortega. 

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